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REVISTA HISTORIA MILITAR 116

288 JESÚS RUIZ DE GORDEJUELA URQUIJO necesidad de reunir una de carácter general de todo el Reino de la Nueva España, con la presencia de los diputados de las ciudades, produjo el primer aviso de alarma entre los españoles peninsulares. El choque entre ambas posturas llegó a un punto crucial. No había salida al enfrentamiento entre los intereses de la Corona, defendidos por la Audiencia —también llamada Real Acuerdo— y los de los criollos representados por el Cabildo de la Ciudad de México. Conscientes de su poder, los patriotas españoles vieron en este con-greso «de ciudades y pueblos del reino a manera de cortes»9 la ruptura del vínculo de la Nueva España con la metrópoli. No solo estaba en peligro la integridad territorial de la monarquía sino que además no podrían «cumplir sus obligaciones esenciales de contribuir con sus fuerzas físicas y morales al socorro de la metrópoli invadida», tal como opinaba el obispo de Valladolid, Manuel Abad y Queipo, quien llegó a manifestar que los juntistas «cometían delito de alta traición de primera clase … y aunque se hubiera ejecutado de buena fe y con voluntad de conservar para el rey estas posesiones, en nada disminuía el delito de alta traición».10 Yermo era un hombre respetado entre sus contemporáneos, querido por sus empleados con los que llegó a tener detalles filantrópicos y, sobre todo fiel a la Corona. Lucas Alamán dice de él que: «Estaba avecindado en aquella capital un español natural de Viz-caya, de edad madura; respetado por su conducta y por el caudal muy considerable que había recibido de su mujer y aumentado mu-cho con su industria y trabajo; de grande influjo en la tierra caliente del valle de Cuernavaca, donde tenía extensas haciendas y en ellas gran número de esclavos … No se había hecho notar hasta entonces más que por su vida activa y laboriosa, que pasaba en el seno de su familia, atendiendo al fomento de sus cuantiosos intereses, porque era de suyo emprendedor y aficionado a nuevas especulaciones. Lla-mábase don Gabriel de Yermo, y sobre él fue sobre quien echaron los ojos los principales comerciantes que formaban el partido español, no dudando que tendría las mismas ideas que ellos, y juzgándolo por su respetabilidad y energía, muy propio para ponerlo a su cabeza».11 9  Archivo Histórico Nacional (en adelante AHN), Consejos, leg. 21.081-1. 10  Hernández y Dávalos, J. E.: Colección de documentos para la Historia de la Guerra de Independencia de México de 1808 a 1821, 6 v, México: Biblioteca de El Sistema Postal de la República Mexicana, José María Sandoval, 1878-1881, t. I, págs. 616-617, doc. 280. «Opinión del obispo de Valladolid, don Manuel Abad y Queipo, sobre la destitución del señor Iturrigaray». 11  Alamán, L.: Historia de México, México: JUS, 1942, vol. I, pág. 156. Revista de Historia Militar, 116 (2014), pp. 283-314. ISSN: 0482-5748


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