Page 297

REVISTA HISTORIA MILITAR 116

GABRIEL DE YERMO, EL PATRIOTA FIEL 297 «Este resentimiento y sus efectos se han aumentado con haber llegado el Gobierno a dar asenso a la malvada y calumniosa imputación que se les hizo la noche del 30 de octubre, suponiendo que habían formado una conspiración para matar al virrey y a los ministros de la Audiencia, calumnia absurda que se desmentía ella misma por la imposibilidad de que unos hombres que tienen que perder pensasen en reducir el reino a una anarquía completa».29 La orden de retiro no acabó con los problemas que representaban los voluntarios en las calles. El 30 de octubre, quince días después del retiro forzoso, un Garibay asustadizo ordenó que se reforzara la defensa del pala-cio virreinal ante el temor de que pudiera ser él mismo objeto de una nueva asonada. Se atrincheró en palacio y ese mismo día los que habían conducido a Iturrigaray a Veracruz celebraron una misa en el santuario de Guadalupe para dar gracias por el éxito de la expedición, ceremonia que terminó en una riña, de la que el abad dio noticias al virrey. Para controlar todos los desór-denes y organizar mejor el alistamiento, el nuevo virrey encargó a los jefes militares Félix María Calleja y a Joaquín Gutiérrez de los Ríos que se ocu-paran de hacer a un lado a los perturbadores y de poner a los demás cuerpos de voluntarios en condiciones de servir con utilidad.30 Este miedo a los «chaquetas» no desapareció de la capital novohis-pana. El sucesor de Garibay, el arzobispo de México monseñor Francisco Javier de Lizana y Beaumont, también compartía el temor a ser detenido por los golpistas. Para evitarlo, el 3 de noviembre de 1809 ordenó a la guardia de palacio que aumentara sus efectivos y que se mantuviera cada dos horas una patrulla en el Portal de las Flores, la Diputación y las Mercaderes donde residían la mayor parte de los voluntarios. Entre los cometidos asignados a estas patrullas destacaba el de detener a cualquier persona que anduviera ar-mada por la calle e impedir toda reunión de más de seis individuos, además de dar el «quién vive» a las personas decentes o de mediano porte que salie-ran o entraran en dichas casas. Si las patrullas descubrieran alguna reunión debían urgentemente dar aviso a la guardia de palacio, de la Cárcel de Corte, del arzobispo y de la Casa de Moneda para que estuvieran prevenidas.31 La noche del 16 de septiembre de 1810 el padre Miguel Hidalgo des-de la parroquia de la villa de Dolores lanzó el celebérrimo Grito a Dolores por el que se puso en movimiento la rebelión. Estos nuevos acontecimientos 29  AHN, Estado, 57-E. 30  Alamán, L.: op. cit., t. I, págs. 166-183. 31  Hernández y Dávalos, J. E.: op. cit., t. I, págs. 715-716. Orden de la plaza de 3 de noviembre de 1809. Revista de Historia Militar, 116 (2014), pp. 283-314. ISSN: 0482-5748


REVISTA HISTORIA MILITAR 116
To see the actual publication please follow the link above