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REVISTA HISTORIA MILITAR 116

296 JESÚS RUIZ DE GORDEJUELA URQUIJO Los relatos de testigos del momento señalan como la altanería de los voluntarios fue en aumento al paso de los días: «… entraban a la sala del acuerdo y sus capataces pedían imperiosamente que se dictasen las órdenes que les parecía conveniente exigir, sin obedecer ni siquiera a los oficiales del ejército».27 El problema que plantearon los voluntarios organizados por Yer-mo no sería de fácil solución; no solo por la prepotencia que habían adqui-rido, sino porque a pesar de que el orden público de la capital estaba garan-tizado continuaban de servicio. El virrey Pedro Garibay creyó conveniente retirarlos y sustituirlos por clase de tropa regular. La orden para que los voluntarios regresaran a sus casas se dio el 15 de octubre, cuando se cum-plía un mes de la prisión de Iturrigaray. Esta decía que, habiendo llegado varios cuerpos de tropas a la capital «es justo que descansen los Voluntarios de Fernando VII de las loables y útiles fatigas que han hecho hasta ahora en el servicio de las armas para la quietud pública» y se les invitaba a que regresaran a cuidar de sus intereses personales. Finalmente, en nombre de su majestad y en su propio nombre se les agradecía sus esfuerzos patrióticos: «Hallándose ya en esta capital el Regimiento de Infantería provincial de Celaya, el de dragones de México, y la mayor parte de la columna de granaderos; cuyo resto entrará en breve, es justo que descansen los Voluntarios de Fernando VII de las loables y útiles fatigas que han hecho hasta ahora en el servicio de armas para la quietud pública; hágaselos usted presente así de mi orden, previniéndoles que pueden retirarse a sus casas a cuidar de sus intereses personales, y que no resientan más perjuicios de los que probablemente habrán experimentado, y deles usted también las gracias a nombre de nuestro amado soberano y mío, por sus relevantes pruebas de amor y lealtad a la religión, al rey y la patria. Dios guarde a usted muchos años. Garibay. Señor don Juan de Noriega».28 Yermo defiende a sus hombres y muestra su disgusto por la forma en que son retirados sin que se les reconociera sus enormes méritos por mante-ner este territorio fiel a la Corona. Para el hacendado vasco los voluntarios deberían permanecer en la capital hasta que fueran relevados por tropas lle-gadas de la Península, ya que la orden virreinal les había hecho más fuertes a los numerosos criollos que conformaban las tropas regulares: 27  Guedea, V.: «Los indios Voluntarios de Fernando VII», en Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, vol. 10, n.º 123, 1.ª parte, 1986, págs. 11-83. 28  Hernández y Dávalos, J. E.: op.cit., t. I, doc. n.º 247, págs. 616 y 617. Orden del virrey Gari-bay para que se retiren a sus casas los Voluntarios de Fernando VII dándoles las gracias por sus servicios. México a 15 de octubre de 1808. Revista de Historia Militar, 116 (2014), pp. 283-314. ISSN: 0482-5748


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