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REVISTA IEEE 3

210 Revista del Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE) Núm. 3 / 2014 que ello derive en argumentaciones o explicaciones de carácter personalista. Porque el protagonista de su obra no es el conflicto bélico, ni sus múltiples responsables, sino la paz destruida. Lo que investiga son las razones por las que la paz no fue posible. El libro nos irá descubriendo, con el mimo del arqueólogo trabajando en su yacimiento, los factores diversos que empujaron a la guerra. En definitiva cómo y por qué se destruyó una paz que había sobrevivido a multitud de crisis. El año 1914 tuvo un buen verano y como lectores vamos a respirar ese ambiente veraniego, ese “último verano” de Europa, antes de encerrarse en la guerra civil europea que con intervalos ocupará los siguientes treinta años. Seremos testigos de esas intensas semanas que van del 28 de junio a la primera semana de agosto, pero no oiremos los “cañones de agosto”. Al contrario, como en un relato retrospectivo, la autora vuelve su mirada a las décadas precedentes porque es ahí donde como historiadora de hondo calado quiere encontrar, y encuentra, las políticas seguidas, los planes militares establecidos, las alianzas fraguadas y los impulsos nacionalistas que confluyen en el choque de agosto. En medio del veraneo de los máximos responsables políticos y militares hemos pasado “de la paz a la guerra”. Podía haber sido un conflicto menor o incluso una guerra balcánica más, como en los años precedentes, pero esta vez la historia iba a ser distinta: primero un gran entusiasmo con aclamaciones y besos en los andenes de las estaciones y después un estruendoso horror de destrucción y muerte. MacMillan nos presenta las entrañas de la guerra, no el ruido exterior. Le interesa la guerra pero la aborda conforme a una mirada muy personal. La guerra para ella, en este caso la Gran Guerra, no es un accidente por dramático que sea, ni un acontecimiento por trascendente que pueda ser; no, la guerra es siempre un resultado. Y como historiadora quiere guiarnos, y lo hace con rigor, hasta descubrir el amplio elenco de causas, circunstancias y personas que ocasionaron ese tránsito de la paz a la guerra, ese resultado que viene de lejos. De su mano vamos a pasearnos por toda Europa, desde la Rusia zarista a Gran Bretaña; visitaremos Alemania donde en un mismo año, 1888, coinciden tres generaciones con el título de Emperador; y será el nieto, el joven Guillermo II, con gran ardor y exceso de entusiasmo, quien dará los primeros pasos hacia una arriesgada “weltpolitik”, al tiempo que irá abandonando la habilidosa política del canciller Bismark que había evitado durante décadas el aislamiento alemán. Seremos testigos de la escalada en la rivalidad de Alemania y Gran Bretaña por disponer de la mejor y mayor flota en el Atlántico Norte, esfuerzo que a la postre sería irrelevante en los acontecimientos bélicos, conoceremos los detalles de las sofisticadas relaciones internacionales, el sistema de alianzas y sus fluctuaciones, la intensa actividad diplomática de la época, así como los minuciosos planes militares diseñados para asegurar la más temprana movilización de sus tropas.


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