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MEMORIAL CABALLERIA 76

Varios Noticias del Arma Orgánica y Materiales Empleo Táctico y Operaciones Historia 94 PERSONAJES ILUSTRES DEL ARMA DE CABALLERÍA ANTONIO RICARDOS Y CARRILLO DE ALBORNOZ Nació en 1727 en Barbastro, plaza en la que se hallaba de guarnición el Regimiento de Caballería de Malta, del que su pa-dre era Sargento Mayor, aunque Cádiz era la ciudad de su as-cendencia por la doble línea familiar. Quizás por ello fueron los años gaditanos de gran valor para su formación, tanto civil como militar, siendo nombrado capitán a los 14 años, seguramente en atención a los méritos de su padre. Sin embargo, lo más impor-tante de la milicia lo adquirió Ricardos como oficial al lado de su progenitor, que mandaba el Regimiento de Caballería de Malta, al que se incorporó en Italia en 1744, durante la Guerra de Suce-sión de Austria, distinguiéndose en Piacenza y en el río Tidone. Tras cuatro años, Ricardos volvió a España con veinte cumplidos y el empleo de coronel de su mismo regimiento. Después de esta guerra dedicó varios años al estudio de te-mas militares, principalmente de la táctica del Rey Federico II de Prusia. Fue ascendido a brigadier, como recompensa a su acierto en la guerra contra Portugal en 1762, y a mariscal al año siguiente, como recompensa por la herida que recibió en Orán en la campaña del Norte de África. En 1764 partió para Vera-cruz con la finalidad de reorganizar el Ejército de Nueva España y, cuatro años más tarde, formó parte de la comisión para definir la frontera entre España y Francia, seguramente ya con el em-pleo de teniente general. En el año 1773 fue nombrado Inspector de Caballería, no Antonio Ricardos y Carrillo de Albornoz tardando mucho en abordar los problemas de modernización del Arma. Llevó a cabo una reorganización, tanto administrativa como táctica, en la línea propugnada por el coronel Ramírez Arellano e inspirada en la Caballería de Federico II. En 1775 fundó la Real Academia y Picadero de Ocaña para la instrucción de cadetes de Caba-llería, que fue disuelta diez años después. Fue un intento de modernización de la enseñanza militar y, quizás, la primera Academia de Caballería con formación integral del alumno en Europa. Con Godoy en el poder y una vez iniciada la guerra de la Coalición Europea contra Francia, fue llamado a Madrid con objeto de que mandase el Cuerpo del Ejército de los Pirineos Orientales. Ini-ciada la campaña del Rosellón, el general obtuvo una serie de victorias como Thuir, Trouillas y Mas Deu contra los franceses, que muchos historiadores califican de modelo de guerra en montaña. Como reconocimiento a sus méritos fue ascendido a capitán general en 1794. En este mismo año se presentó en Madrid para pedir refuerzos al Gobierno y allí mismo murió de pulmonía, después de vaticinar el futuro desastre al que se vería abocado el Ejército español como consecuencia de la escasez de los efectivos disponibles. A veces incomprendido por sus propios compañeros, pero siempre querido por sus subordinados, Ricardos es uno de los más completos generales de Caballería españoles. Reformador, poseedor de la ciencia militar y preocupado por la eficacia del Arma, es de los pocos a quienes han sido reconocidos sus méritos por los más importantes historiadores militares extranjeros. Albi de la Cuesta, Julio; Stampa Piñeiro, Leopoldo; Silvela Miláns del Bosch, Juan María: Un eco de clarines. La Caballería Española. Tabapress S.A. Madrid, 1992. ISBN: 84-7952-094-9.


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