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te el concurso de un torno. Ante la imposibilidad tener disponible tal dispositivo de forma inmediata “(…)improvisé un torno de remolque adaptado a la toma de fuerza de un tractor agrícola, pero no fue suficiente; así que un amigo (Federico Villalba5, de Madrid) me prestó un torno y con él, en un tramo de una vereda de ganado, improvisamos un aeródromo” Durante los ensayos, realizadas a principios de los años setenta, Faustino Cantos tuvo la colaboración del belga René Van Gemert y Federico Villalba. El Flauvel AV.361 no fue el único proyecto acometido por Cantos. Con origen en una librería de París, tuvo acceso a los planos de construcción de un planeador biplano Sablier Sport6, diseñado por el francés George Sablier. Dado que el diseño estaba preparado para afrontar el despegue a la carrera, Cantos emprendió la tarea de modificar el planeador, equipándolo de asiento, quilla y timones de control. Presentando esta configuración, su constructor recuerda: “Efectué algunos arrastres remolcado por un Seat 600” UN GRUPO MUY ACTIVO De nuevo una escuela de aeromodelismo, la de Huesca, como telón de fondo, junto a un un grupo de animosos alumnos se volvieron a combinar para propiciar la aparición de tres interesante proyectos. Durante el año 1964, Vicente de Antonio Villacampa, José María Hospital, Jaime Julve y Antonio Panzano crearon el Aeropijolo, un planeador biplano diseñado tomando como modelo el conocido Schulgleiter. Los aplicados aprendices sigueron todos los pasos propios del canon amateur. El local: un primer piso, aunque fuera necesario ajustar la cuerda de las alas para que estuviera en condiciones de abandonar el espacio de construcción a través de una vantana. Materiales: madera, contrachapado, tela, novavia y mucha afición. Invirtieron nueve meses de trabajo para tener listo el Aeropijolo. Sin embargo, las posibilidades que tenía el pla - neador de levantar el vuelo eran mínimas, dada inexperiencia de sus jóvenes creadores en la técnica de pilotaje, y la carencia de elementos adecuados para remolcarlo y situarlo en el aire. Así que lo único que pudieron hacer era mantener el equilibrio de la aeronave sobre el patín, mientras la mantenían aproada al viento. Pese a ello, no dejaron de intentarlo. En primer lugar utilizaron una motocicleta como medio de remolque. La motocicleta no pudo con el planeador, y el Aeropijolo quedó en tierra. En segunda instancia apareció un Biscuter para desempeñar idéntico cometido. El pequeño Biscuter salió disparado dejando atrás la puerta trasera, y el Aerpijolo continuó mostrándose remiso a abandonar el suelo. Después de esta experiencia con el planeador biplano, no duró mucho tiempo el periodo de inactividad del grupo oscense. Pasados tres años ya tenían en cartera otro proyecto. Nuevamente se trataba de un planeador, el cual, se vería sensiblemente beneficiado de la experiencia acumulada durante la primera realización. Con el nombre de Huyu yu-yu, al cuarteto inicial se habia sumado Eliseo Rivas como quinto componente. En 1967 estaban metidos en harina, haciéndo uso de los materiales que debían obrar el prodigio para unirse y modelar una aeronave. El equipo había apostado por un planeador biplano, construido con madera de pino, tubos de hierro y papel de embalar tensado con agua en el recubrimiento. Desconocemos si el curioso nombre de Huyuyu yu venía dado por una especie de intución hacia las características que podía mostrar la realización durante el vuelo. Lo cierto era que, en esta ocasión, el planeador brindó a sus constructores la oportunidad de conseguir su propósito. Desmontado sobre un Renault 4-4, durante el mes de septiembre de 1967 partieron con destino a un tramo de camino libre situado cerca de Huesca. Con Jaime Julve instalado a los mandos, el Huyu-yu-yu llevó a cabo su primer vuelo manteniente un altura de tres metros sobre el terreno, después de ser remolcado por el Renault 4-4. A éste le siguieron otros, tripulados por todos los compnentes del grupo. En cuanto al planeador, en cierto momento, tuvo que pasar por talleres para dotarlo con recrubrimiento de tela. Una tormenta les había sorprendido, echando a perder de forma irremisible todo el papel existente sobre la estructura. No hay dos sin tres. Después de los buenos resultados obtenidos con el Huyu-yu-yu, a finales de los años sesenta los cinco compañeros tenían otro proyecto: el Buplumo, nombre atribuído a Tony Leblanc en una de sus películas para definir un buho con plumas. Inspirado en el velero Flauvel AV.361, el diseño se había abonado a las virtudes que proporcionaba el perfil autoestable para configurar un ala volante de deriva única. La intendencia para reunir los materiales de construcción funcionó como una máquina bien engrasada. Los resultados obtenidos: pino de Flandes, panel de armario y cola blanca. Agotado el verano de 1970, el Buplumo estaba a punto de iniciar las primeras pruebas en vuelo. Remolcado en esta ocasión por un Seat 850, Jaime Julve se dispuso a elevar el velero del suelo. Sin embargo, a pesar de todos los esfuerzos realizados en sucesivos intentos el Biplumo no llegó a despegar. Otra tanda de ensayos se realizaron al año siguiente, ofreciéndo a sus 170 José Antonio Delgado Vallina, por aquel entonces director de fábrica de Aeronáutica Industrial S.A., ocupando el puesto de pilotaje del autogiro Bensen B-8M Gyro-Copter, poco tiempo después de ser montado en las instaciones de Carabanchel. (Foto: José Antonio Delgado Vallina) 5Federico Villalba Montero había adquirido en Francia el Flauvel AV.361 nº152, dado de alta, durante el año 1966, en el Registro de Aeronaves con la matrícula EC-BEU 6Muy probablemente, los planos de construcción sobre los que estuvo trabajando Faustino Cantos estaban incluidos en el fascículo preparado durante 1936 por Sablier: Plans et Construction d´un Planeur de Performance et d´un Planeur Chanute.


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