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REVISTA ESPAÑOLA DE DEFENSA 332

cultura Izquierda, enseres y monedas rescatadas del naufragio de la nao San Diego, baraja española y cristo crucificado en marfil. Derecha, modelo de un galeón y documentos de las primeras expediciones por el océano Pacífico. encuentro entre Occidente y Oriente a través de sus embarcaciones. Una escena, la de un puerto asiático, en la que contrastan los grandes buques españoles, necesitados de espacio para carga y personas, con los de menor calado locales que, sin embargo, contaban con menos problemas a la hora de navegar en las cercanías de sus costas. Para esas fechas, finales del siglo XVII y principios del XVIII, la ruta, plenamente establecida, buscó vías alternativas. EL PRIMER TURISTA Además, entre sus pasajeros, había viajado el considerado primer turista de la Historia: el italiano Carreri, quien se cuenta tuvo la fortuna de embarcar en el San José, uno de esos navíos con récord de trayectos concluidos y exitosos. Su travesía en el Manila le sirvió para completar una de las primeras vueltas al mundo sin medios propios, es decir, pagando sus viajes en «transporte público». Con el tiempo y en su última etapa, siguió esta ruta la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna, más conocida por el nombre de su promotor el médico militar Francisco Javier Balmis (1803) y cuyo fin era erradicar la viruela en los niños a través de una campaña de vacunación. MERCANCÍAS Y MODAS La faceta comercial de la empresa y el objetivo de hacer vivir a los visitantes qué representó el Galeón de Manila, implica que los mercados cuenten con un lugar propio en la exposición. Están representados los de Manila (El Parían) y Acapulco. Ambos cuentan con escenas de sendos lugares, ampliadas y adaptadas al recorrido expositivo, que se completan con piezas de diferente índole, como la tinaja china con dragón y el jarrón martabán protagonistas en la lonja filipina y que forman parte de los fondos más preciados de la muestra. La exposición recuerda que en el puerto manileño recalaban productos asiáticos procedentes desde Japón a las Molucas —las originarias islas de las especies— para, vía Acapulco y Veracruz, llegar a Europa, donde contaban con el aprecio de los consumidores, mercancías como las sedas o las porcelanas chinas. Una selección de éstas tiene una vitrina propia en la muestra, que exhibe una singular vajilla de una colección particular, en la que las soperas tienen forma de carpa, jabalí o carabao. En dirección contraria, desde Acapulco, viajaba sobretodo plata para mantener la Administración en Filipinas, y también plantas para el consumo humano. Tales mercancías, bien dispuestas, como se aprecia en la recreación del entrepuente del navío N. S. del Pilar de Zaragoza, habían de dejar espacio para el traslado de funcionarios, militares y religiosos en misión evangelizadora. El Zaragoza, uno de los espacios más atractivos de la muestra, despide a los visitantes. Al menos, así opina Santiago Raffaelli, parte del equipo técnico de la muestra, para quien, sin embargo, la cartografía es su cita imprescindible y la vajilla china, el fondo más curioso. Esther P. Martínez / Fotos: Hélène Gicquel Octubre 2016 Revista Española de Defensa 61


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