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REVISTA DE AERONAUTICA Y ASTRONAUTICA 860

SEGURIDAD HACKEO A LA DEMOCRACIA Tras las elecciones estadounidenses del pasado mes de noviembre con el triunfo del candidato Donald Trump, se han producido denuncias en el sentido de que ataques cibernéticos procedentes de Rusia han influido en las mismas. Las denuncias las ha efectuado el expresidente de los Estados Unidos, de forma que es un tema que habría que tomarse bastante en serio. Según se ha difundido posteriormente, las investigaciones del FBI apuntan al hecho de que mediante dos Amenazas Persistentes Avanzadas Diferentes (APT 29, APT28), hackers rusos, patrocinados por el estado y conocidos como “Los Duques”, se introdujeron en los servidores del comité demócrata, obteniendo correos que mostraban maniobras del comité para favorecer la candidatura de Hillary Clinton en detrimento del otro aspirante demócrata. Esta información fue difundida y la prensa y blogs se hicieron eco de ella, obligando a dimitir a Debbie Wasserman, presidenta del Comité Nacional Demócrata. Durante días, la campaña electoral se vio mediatizada por estas informaciones, que sin duda perjudicaron a la candidata demócrata torpedeando su credibilidad. En septiembre, el expresidente Obama advirtió al presidente ruso Vladimir Putin que se mantuviera alejado de las elecciones estadounidenses. Y tanto él como la candidata de su partido, hicieron serias amenazas de considerar los ataques cibernéticos como “casus belli” o provocar represalias. Durante la campaña, el candidato republicano afirmó que las máquinas de votación no era seguras y no garantizó que, en caso de que perdiera, aceptase el resultado. Se trata de dudas sorprendentes en un país caracterizado por su fe en su sistema de gobierno y en su democracia, a pesar de las frecuentes teorías sobre conspiraciones para dar explicación a cualquier suceso extraordinario. Tras la victoria de Trump, el expresidente Obama ha acusado a Rusia de interferir en el proceso, e incluso ha tomado medidas contra diplomáticos rusos, en una actuación que recuerda los días de la guerra fría. No hay quien asegura que todo son maniobras para deslegitimar al presidente electo, el cual no ha ocultado su simpatía por el presidente ruso y tampoco se ha privado de hacer declaraciones a través de su cuenta en Twitter que podrían resumirse como “aguantad, que enseguida llego yo y arreglo esto”. A los ciudadanos nos queda seguir leyendo las noticias y asombrarnos. La dinámica de guerra secreta o como se ha dado en llamar, el retorno a la guerra fría, implica como ya se ha comentado muchas veces en esta sección que la mayor parte de la información circulante es falsa, dudosa o se trata de verdades a medias difundidas interesadamente. Lo realmente cierto es que las tácticas y armas de la ciberguerra cada vez se encuentran más presentes en los conflictos y los pulsos entre países y si a la primera potencia mundial le pueden hacer jugarretas como las que se han descrito, quizás deberíamos pensar cuales son nuestras posibilidades de defensa y qué vamos a hacer para mejorarlas y potenciarlas, porque si no podemos proteger la libertad, el concepto de soberanía pierde su sentido. GEOPOSICIONAMIENTO SISTEMA GALILEO EN SERVICIO Cuando se habla de sistema de posicionamiento por satélite, a todos nos viene a la mente el sistema GPS y pocos usuarios serían capaces de mencionar el nombre del sistema ruso (GLONASS) o el chino (Bei- Dou/COMPASS). Pero sería triste que como europeos olvidásemos el sistema Galileo. Como otros proyectos tecnológicos complejos el camino de Galileo no ha sido fácil, ni en la búsqueda de soluciones técnicas ni en su financiación. Siempre es más difícil poner de acuerdo a socios independientes que dictar directrices desde un gobierno. Y sin embargo, sorteando todas las dificultades, el sistema de posicionamiento basado en Galileo está entrando en su fase de completa operatividad. Si bien Galileo nació de la desconfianza hacia la precisión y disponibilidad que los sistemas norteamericano y ruso podrían ofrecer en caso de conflicto y su desarrollo también estuvo acompañado por la desconfianza norteamericana hacia un sistema que podía poner en manos civiles una información que se consideraba de importancia militar. Evidentemente además de las consideraciones estratégicas el geoposicionamiento tiene hoy un alcance económico incuestionable. Es difícil recordar como sabíamos ir al supermercado o encontrábamos una dirección en la época anterior a los sistemas de navegación por satélite. Si echamos un vistazo a una guía de carreteras o incluso a detallados mapas 1:50000, echaremos de menos el “zoom” que nos permite ampliar nuestro barrio, la calle y hasta la plaza de aparcamiento delante de nuestro portal. Con idéntica precisión quieren ser situados todos los negocios que aspiran a seducirnos y aunque aparentemente como usuarios no pagamos un precio en forma de cuota o factura, lo cierto es que no sabríamos vivir sin conocer exactamente nuestra posición en el mundo. Al margen de tendencias y economía, los sistemas de posicionamiento salvan vidas y a través del Big Data están permitiendo que el mundo moderno funcione de una forma mucho más eficaz. Seguridad, comodidad y riqueza son sin duda razones para celebrar la existencia de los sistemas de geoposicionamiento y unos buenos motivos para que Europa interprete en este asunto el papel de protagonista que le corresponde. Para llegar a este punto han sido necesarios 17 años y una inversión de diez mil millones de euros. El proyecto Galileo cuenta ya con 18 satélites en órbita, pero para su funcionamiento completo requiere un total de 24 satélites, más los de reserva, un despliegue que estará finalizado en el año 2020. Los satélites lanzados en otoño de 2016 han supuesto el inicio de la operatividad del sistema, y están permitiendo acelerar la fase de pruebas y el desarrollo de técnicas de posicionamiento de alta precisión. Dentro de cuatro años Galileo alcanzará su capacidad plena de operaciones y podrá ofrecer servicios de posicionamiento de alta precisión a una gran variedad de usuarios de todo el mundo. • REVISTA DE AERONÁUTICA Y ASTRONÁUTICA / Enero-Febrero 2017 143


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