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REVISTA DE AERONAUTICA Y ASTRONAUTICA 860

crítica; de la misma manera, sin embargo, la evidencia empírica avala cuáles son las reacciones psicológicas más comunes ante los eventos potencialmente traumáticos: • Reacciones emocionales de tristeza, rabia, odio, culpabilidad. La culpa y el autorreproche son experiencias comunes entre los supervivientes: culpa por algo que ocurrió, o algo que se descuidó alrededor del momento de la catástrofe o simplemente por sobrevivir o resultar ileso cuando otros no lo consiguieron. • Reacciones cognitivas. Se produce un deterioro en la capacidad de atención, concentración y memoria, esto afecta a la capacidad de toma de decisiones y a la realización de determinadas tareas, que se van posponiendo o relegando. También se producen respuestas de negación, que en un primer momento ayuda a aceptar la noticia o asimilar lo que ha pasado de forma mas pausada. A veces se niega lo ocurrido porque la propia aceptación del trauma requiere un tiempo. Pueden aparecer recuerdos, sueños, imágenes, pensamientos, olores, etc. Estos recuerdos frecuentemente aparecen y se imponen aunque el sujeto se esfuerce por evitarlo. Además esto se vive con un alto nivel de ansiedad, donde puede aparecer un aumento del ritmo cardíaco (taquicardia), aumento del ritmo respiratorio, etc. Esta ansiedad sostenida a lo largo del tiempo puede generar dolores psicosomáticos, alteraciones del sueño (insomnio, pesadillas) y de la alimentación (vómitos, diarreas, pérdida del apetito, etc.) tensión muscular, cansancio, dolor de cabeza o espalda, trastornos menstruales, cambios en el interés sexual, etc. También la ansiedad mantenida puede aparecer como aumento de la activación, hipervigilancia o sensación de esta hiperalerta, irritabilidad, etc. Frente a estos síntomas podemos ver la necesidad de la atención temprana del psicólogo. No contar con la posibilidad de disponer de este apoyo psicológico de forma inmediata, está demostrado que dificulta la capacidad de afrontamiento de la situación e incide en la posterior aparición de sintomatología postraumática. Además, podría aparecer una victimización secundaria, también denominada “segunda herida”, que es el malestar psicológico añadido en los afectados debido a una inadecuada atención por parte de los intervinientes y/o de las instituciones implicadas. Y por alusión a éstos, no quiero olvidarme en este artículo de los intervinientes. Por primera vez, la OMS se centra en los propios equipos de profesionales como grupos vulnerables y como elementos clave para poder hacer frente a una emergencia o catástrofe. Además, el personal de emergencias, por las características del contexto en el que trabaja, está expuesto a numerosas situaciones de estrés, que pueden afectar su rendimiento: la cercanía de la muerte y la visión de cadáveres , la muerte o importantes heridas de un compañero, particularmente estando de servicio. La existencia de algún incidente muy cargado emocionalmente, la identificación personal con las víctimas o sus circunstancias (accidentes en misiones internacionales, etc.) que a veces pueden sobrepasar las defensas naturales del interviniente. Me gustaría concluir con algunas reflexiones sobre la intervención en desastres y más concretamente en desastres aéreos: Para dar respuesta a los accidentes aéreos necesitamos la activación de un Plan de Emergencias que debe ser conocido por todos los miembros que potencialmente puedan tener un papel psicosocial en la misma. Los equipos de intervención psicológica, tienen que consensuar cómo se va a trabajar, qué información dar y cómo darla. Establecer unas pautas generales de respuesta en crisis frente a este tipo de accidente. El accidente aéreo requiere múltiples recursos, financieros, legales, humanos, físicos, etc. y la coordinación entre estos es fundamental para el desarrollo favorable de la crisis. La información a familiares ha de ser clara y permanente. Evitar hablar de las causas del accidente. Evitar hablar de compensaciones económicas. Evitar dar interpretaciones personales a las perdidas. Evitar hablar de más y escuchar mejor. Finalmente, saber que un accidente aéreo le puede ocurrir a cualquier empresa, civil o militar grande o pequeña, nueva o de muchos años, mañana o nunca, ya que es un hecho poco probable pero nunca imposible. • REVISTA DE AERONÁUTICA Y ASTRONÁUTICA / Enero-Febrero 2017 83 dossier


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