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MEMORIAL INGENIEROS 97

MEMORIAL DE INGENIEROS N.º 97 64INFORMACIÓN GENERAL Y VARIOS la, Bernia y Alicante; en las Islas Baleares, en Mallorca, Menorca e Ibiza. En cuanto al reino de Granada y Costas de Andalucía, son muy numerosas las obras. En Málaga se trabajaba en el Castillo de Gibralfaro; en la costa se repararon o construyeron fortificaciones en Estepona, Vélez-Málaga, Torrox, Fuengirola, Casarabonella, Gibraltar y Cádiz. También en Canarias se fortificaba; en 1584, el ingeniero Leonardo Turriano proyectaba una serie de obras para la isla de Palma y para la de Gran Canaria (fuerte de San Francisco). Galicia, como ya se dijo anteriormente, fue escasamente fortificada hasta que Inglaterra comenzó a ser una amenaza. En 1589, seis meses después del ataque de la escuadra inglesa a la Coruña, Tiburcio Spanochi reconocía la plaza, así como las rías de Betanzos, del Ferrol y de Vigo. En cuanto a las Islas Baleares, concretamente en Palma de Mayora, en 1544 el ingeniero Bernardino de Mendoza informaba que se habían construido bajo su dirección ocho baluartes y estaban por terminar otros dos. Naturalmente, con Felipe II en el trono, no solo se fortificó en la Península Ibérica, sino que también se hicieron o mejoraron numerosas plazas fuertes en el continente africano y en América. En el norte de África, y en Mazalquivir, después del asedio turco de 1563, Juan Bautista Antonelli aumentaba las defensas de la península con la construcción de un fuerte con cuatro baluartes con orejones. En la misma plaza, en 1574 Vespasiano Gonzaga modificaba el frente interior, sustituyendo dos baluartes por tenazas. Finalmente, a partir de 1580 el ingeniero Juan Bautista Calvi ampliaba el fuerte de Rosalcazar en Orán y levantaba dos fuertes con baluartes en Bona. A principios del siglo xvii se construye en Orán el cuarto fuerte exterior, y ya en el reinado de Carlos II, último de los Austrias, y coincidiendo con sendos asedios de los turcos a esa plaza (1675 y 1693) los ingenieros Pedro Maurel y Hércules Torelli realizaban dos nuevos fuertes exteriores. Otro capítulo importante respecto a la fortificación es el de las «torres vigías» del litoral, construidas fundamentalmente durante el reinado de Felipe II aunque comenzaron a erigirse en tiempos del emperador, y se seguirían construyendo a lo largo del siglo xvii y xviii. Su construcción respondía a unas necesidades defensivas, que en el caso del litoral trataba de proteger a las poblaciones situadas en el Mediterráneo de más que frecuentes ataques piráticos de los berberiscos, o de posibles invasores norteafricanos o turcos. Dichos ataques eran rápidos y por sorpresa, de ahí que se pensara en una serie de torres que permitieran que se avisara en caso de peligro, mediante columnas de humo durante el día y fogatas por la noche, en cuanto los vigías se apercibían de la presencia de un barco sospechoso. La idea de una serie de torres vigías no era nueva; el propio Juan Bautista Antonelli, en uno de sus informes, citaba a Plinio, y por otra parte, los propios árabes las construyeron con tal finalidad. En cuanto a las plantas y estructura de las torres, estas fueron variadas, tal y como corresponde a un periodo tan amplio de construcción, así como a la sucesión de ingenieros militares encargados de su construcción. Desde principios del siglo xvi, las torres pierden altura, buscando un escarpe suave, al tiempo que se refuerzan en su interior para soportar incluso los ataques de la artillería. Sus plantas fueron cilíndricas, cuadradas, poligonales en algún caso, y excepcionalmente, estrelladas. Levantadas sobre una base o plinto, tenían un primer cuerpo macizo sobre el que se encontraba la puerta (a la que se accedía por medio de una escala que podía retirarse), al que seguía otro cuerpo con una o dos salas abovedadas, desde las que se podía llegar a la plataforma superior, de superficie mayor o menor en función de que albergase artillería o no.


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