NUEVA GUERRA FRÍA COMO GUERRA CIBERNÉTICA

MEMORIAL INGENIEROS 97

DICIEMBRE 2016 79 NUEVA GUERRA FRÍA COMO GUERRA CIBERNÉTICA Gonzalo Pestaña Enríquez Coronel de Ingenieros (Ret.) INTRODUCCIÓN En un pasado no muy lejano, las naciones enviaban sus ejércitos a ocupar los campos petrolíferos del enemigo, o comandos de operaciones especiales a sabotear sus infraestructuras vitales. La primera guerra del Golfo Pérsico, que siguió a la invasión de Kuwait por parte de Irak, es el ejemplo más reciente de una guerra clásica que tenía como objetivos el control de los recursos estratégicos. En ese mismo pasado, la única opción de la fuerza israelí para detener el supuesto programa nuclear iraquí o sirio fue bombardear las instalaciones secretas de dichas naciones. Y con un afán parecido de extender la guerra fría al espacio, la Administración de los EE. UU., aprobó un costosísimo programa (popularmente llamado guerra de las galaxias), que preveía la construcción de armas que pudieran destruir físicamente los satélites de comunicaciones y de otros tipos, del enemigo (el apagón que precedería al desencadenamiento del armagedón). Sin embargo, como pudo experimentar en 2012 la principal empresa petrolera saudí, Aramco, cuando más de 30.000 de sus computadoras se vieron infectadas por un virus que se sospecha era de origen iraní destinado a paralizar totalmente su producción de petróleo, hoy en día es más fácil atacar digitalmente las instalaciones petrolíferas de una nación que hacerlo mediante un ataque clásico de destrucción física. Algo parecido les ocurrió a los iraníes cuando en 2010 comprobaron cómo un virus, atribuido a Israel y a EE. UU., llamado Stuxnet, considerado la primera arma cibernética de la historia (hoy ya muy superado por otros como Regina, Flamer and Weevil The Mask), alteraba el funcionamiento de las centrifugadoras de la central Natanz y ralentizaba su programa nuclear secreto. (Ver número DIC 2010 de esta Revista). Llegamos así a los primeros síntomas de la llamada guerra cibernética con capacidad para inhabilitar y destruir físicamente infraestructuras estratégicas vitales capaces de paralizar la vida en una nación. La vulnerabilidad digital es hoy la principal preocupación de Gobiernos y empresas. En una reciente evaluación centrada en la ciberseguridad, solo el 11% de las empresas del sector petrolero dijeron sentirse seguras frente a este tipo de ataques, y, lo que es aún peor, un 23% reconoció que no vigilaban sus redes. En 2013 el Gobierno finlandés descubrió que todas sus comunicaciones diplomáticas estaban siendo interceptadas, desde hacía años, mediante un software maligno de origen desconocido, al que no dudaron en etiquetar como Octubre Rojo para dejar claro quién era el principal sospechoso. Para sorpresa de los EE. UU., en noviembre de 2014, un virus atribuido a China, infectó su red de satélites meteorológicos, poniendo al descubierto la potencial vulnerabilidad del


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