En el siglo XVIII, de las Luces o Ilustración, comienza para nuestra nación lo que podemos llamar nuestra revolución industrial, con la llegada de la casa de Borbón a nuestra monarquía.
Se pasó de una etapa donde España era el enemigo a batir, pues «no se ponía el sol en nuestro Imperio», a una decadencia, casi ostracismo, derivada de que el oro y la plata que llegaban con la flota de Indias de nuestras provincias de Ultramar no bastaban para sustentar los múltiples frentes a que tenía que atender la Corona.
Felipe V y su ministro el cardenal Alberoni, que trajeron consigo un impulso renovador, supieron rodearse de mentes preclaras como Patiño, gran impulsor y creador de la Marina Real y de la Real Compañía de Guardias Marinas; de ella surgen, con su sucesor el marqués de la Ensenada, los marinos ilustrados, que destacaron en importantes disciplinas científicas y técnicas que permitieron renovar completamente la Flota bajo el impulso de la construcción naval.
Academia o Escuela Naval que, con sus luces y sombras, llega hasta nuestros días y que hizo posible el paso del entonces llamado arte de navegar a la ciencia de la navegación.