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AEROPLANO 32

llarse por la acción de la ballesta producía la rotación. Certificada por la ciencia académica la posibilidad del vuelo vertical, aparecerán desde este momento en todo el mundo un gran número de aparatos semejantes, todos a escala reducida. El siglo XIX que tanto inventos alumbró –no en vano se llama el siglo de las luces– es cuna de progresos extraordinarios en el campo de las alas giratorias. El inglés W.H. Philips, experto en química, se apasionó por la aeronáutica y construyó en 1842 un modelo de helicóptero con hélices con palas huecas, que giraban al expulsar por los bordes un fluido generado en una caldera donde se quemaba salitre, carbón y yeso. Este aparato se elevó a treinta metros, recorrió un centenar de metros y al final se estrelló contra el suelo al desprenderse las palas. Contemporáneo de Philips, es George Cayley, quien durante su dilatada vida fue el primero en estudiar la aerodinámica sobre unas bases estables y el primero del mundo que construyó y logró hacer volar un planeador con tripulación. Posteriormente se dedicó al mundo del vuelo vertical realizando varios proyectos de helicópteros que tuvieron un gran éxito. Mientras en Inglaterra prosperaban los estudios sobre Aeronáutica, en Francia, un grupo de entusiastas experimentadores, capitaneados por el vizconde Ponton d’Amécourt y Alphonse Pénaud lograron despertar el interés público hacia las cosas de aviación. El primero realizó tres modelos de helicóptero que a pesar de los aparatos de relojería con que estaban fabricados no lograron volar. Penaud construyó e hizo volar dos modelos, uno de madera, accionado por una goma retorcida, y otro, de aluminio, impulsado por un mecanismo de relojería. Pero la realización más significativa, de Penaud, que le ha situado como uno de los primeros precursores del vuelo vertical, fue una máquina voladora que se asemeja extraordinariamente al moderno convertiplano. En 1877, el italiano Enrico Forlanini, construye un helicóptero accionado por vapor. Fue el primer modelo que incluía un eje de accionamiento y una caldera. La aeronave llevaba dos rotores coaxiales, el superior que giraba accionado por el vapor y el inferior que giraba por reacción al par de torsión. Este modelo fue presentado oficialmente en el teatro de la Scala de Milán. El experimento tuvo más éxito del esperado, ya que el juguete se elevó trece metros, flotó unos segundos y descendió con la misma facilidad con la que se había elevado. Durante el resto del siglo XIX, el helicóptero siguió siendo un juguete. Pero incluso como un juguete aceleró el nacimiento de las máquinas voladoras más pesadas que el aire. Entre los jóvenes que jugaban con él se encontraban los hermanos Orville y Wilbur Wright, y fue su helicóptero de juguete el que despertó en ellos el interés por el vuelo. Mientras los Wright trabajaban en su proyecto de aeroplano, tres franceses seguían desarrollando proyectos de helicóptero. Los hermanos Breguet y Paul Cornu –hacen que Francia dé un paso decisivo en la que entonces se llamaba “giroaviación”– Louis y Jacques Breguet, en colaboración con el profesor Richet, construyen, en 1907, un helicóptero bautizado como “giroplano”, que llegó a elevarse un metro y medio. Este aparato, con un motor de explosión de 45 caballos y provisto de treinta y dos pequeños planos, repartidos en cuatro sistemas giratorios, no pudo hacer más. Paul Cornu, en septiembre de este mismo año, construyó un helicóptero que se elevó, a treinta centímetros de altura. Lisieux pasará a la historia de la aeronáutica mundial por ser el lugar donde se elevaba por primera vez un helicóptero con una persona a bordo. Posteriormente llegó a elevarse a un metro y medio de altura. El que no alcanzara mayores performances no disminuye, desde el punto de vista histórico, la importancia del hecho. Las innovaciones técnicas y los éxitos alcanzados por el vuelo vertical hicieron que, en los años que preceden a la I Guerra Mundial inspirasen a los inventores que, con ilusión desbordante y fe inquebrantable en el nuevo vehículo, lograran con sus experimentos que el helicóptero no fuera un simple juguete, ni tan siquiera un futuro aparato volador, sino auténticamente una gloriosa realización. Podemos citar las realizaciones del húngaro Oscar Asboth; a los rusos Igor Sikorsky y Boris Yuriev; el danés Jens Ellehamer; el belga Henry Villard, etc. 139 Helicóptero de Launoy y Bienvenu (1874), que dio un nuevo impulso al interés del vuelo vertical al presentarlo a la Academia de Ciencias de París. Autogiro La Cierva en su primer vuelo en el aeródromo de Getafe (17-enero-1923), pilotado por Alejandro Gómez Spencer.


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