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225 PLANTEAMIENTO Ala hora de enfrentarse al análisis de un conflicto como el tailandés, hay que partir de dos premisas básicas que a menudo suelen obviarse: Primera, que cada conflicto es único, tiene sus propios elementos causales y diferenciales y, por lo tanto, requiere respuestas específicas y concretas. No es posible trasladar las ofrecidas en otros conflictos, aunque compartan algunas similitudes. Es más, en este sentido resulta necesario despojarse de los clichés occidentales al emprender el estudio de los parámetros que configuran los conflictos asiáticos. Como segunda premisa el indispensable estudio del papel que juegan, en el origen y desarrollo del conflicto y de los componentes cognitivos y emocionales, los diversos actores implicados, y el examen de los elementos estructurales del propio conflicto. Como pone de manifiesto Galvache Valero1, en los análisis suele eludirse la búsqueda de las causas que dieron origen a un determinado conflicto, o se reduce su estudio al ámbito inmediato de las circunstancias que han dado lugar a sus manifestaciones y condicionamientos más cercanos al momento de la observación. De ahí lo esencial de realizar un análisis del actual conflicto tailandés que, incluyendo los elementos citados, permita identificar con precisión sus elementos causales y diferenciales, así como las líneas de actuación futuras y los recursos disponibles. Pues solo así podrá analizarse racionalmente su evo-lución y posible desenlace. 1  Galvache Valero, Francisco, “La actuación de los actores estatales a lo largo del conflicto de Irlanda del Norte”, en Reflexiones sobre la evolución del conflicto en Irlanda del Norte, Ministerio de Defensa, Madrid, 2007. p. 21.


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