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Personalidades civiles y militares en el entierro de Moret. Entre otros el Conde Romanones, el Infante Alfonso de Orleáns y el Ministro de la Guerra, general características de Bayo hubiera causado baja. Pero en este caso ¿deberían los responsables de la Escuela haber tomado medidas más efectivas que las frecuentes amonestaciones? Antes de contestar a esta pregunta es prudente recurrir al conocido aforismo distingue témpora, que nos recuerda que para conciliar diversos criterios, sobre un mismo asunto, debe tenerse en cuenta las épocas en que se han producido. Todo apunta a que los medios y los métodos empleados en la Escuela fueron los mejores que, en ese momento, el Ejército tenía a su alcance. Desde que se produjo el accidente, todas las autoridades civiles y militares se mantuvieron pendientes de la evolución del capitán Bayo. La Reina estuvo en el Hospital interesándose por el herido y el Rey, que se encontraba en La Granja, fue informado del estado de Bayo hasta su muerte. En aquella época, la difusión en prensa de los accidentes de trabajo que se producían, mayoritariamente obreros de la construcción, no se publicaban con una tipografía especial, pero el accidente de Bayo fue objeto de un tratamiento diferente por varias razones. Aunque ya habían fallecido en España por accidente dos aviadores franceses (Le Blon en San Sebastián en el año 1910 y Leforestier en Huelva en el año 1911), Bayo era el primer aviador español muerto por accidente en tierras españolas24. El accidente de un oficial alumno de la primera escuela de pilotos en España, se convirtió en un filón para los periodistas, la morbosidad de los detalles de las horribles heridas que había sufrido, su agonía en el hospital y el interés mostrado por las más altas autoridades civiles y militares favorecieron que la desgracia de Bayo fuera la gran noticia que despertó un inusitado interés, motivando que las revistas gráficas y periódicos más importantes ofrecieran a sus lectores la más amplia información. Por la esquela publicada en el ABC sabemos que al entierro, celebrado en el Cementerio de Carabanchel Bajo, asistió la Reina, el ministro de la Guerra, la cúpula Militar, todos sus compañeros, varios miembros del Gobierno, un gran número de personas y, por supuesto, los familiares: su padre Pedro Bayo Guía (un prestigioso coronel de Artillería con el valor acreditado en campaña), su madrastra doña Concepción Giroud y sus hermanos, dos de los cuales, Alfonso Bayo Lucía y Alberto Bayo Giroud, fueron destacados pilotos militares25. DE LA LEY CONSIDERANDO EL SERVICIO DE AERONÁUTICA COMO DE CAMPAÑA, AL REAL DECRETO RECONOCIENDO OFICIALMENTE A LA AVIACIÓN MILITAR (JULIO 1912–FEBRERO 1913) El alto riesgo que comportaba el servicio aeronáutico, se creaba una situación que afectaba a los miembros Servicio de Aeronáutica, verificado ya por los accidentes del teniente Jiménez Millas (del que se recuperó), el del capitán Arrillaga a consecuencia del cual quedó inútil y perdió la carrera y, ahora, el trágico final de Bayo, la nueva unido a la impresión causada en las altas esferas de la Administración, motivó que algo se moviera en el Gobierno. Decidido que era necesario garantizar un incentivo y una protección en el caso de accidente a los profesionales involucrados en la aviación militar, se planteó la solución de considerar, por ley, el servicio aeronáutico como de campaña. Pero resuelto el qué, faltaba el cómo. La participación del Ministro de la Guerra, teniente general de Infantería Agustín Luque y Coca, estuvo lógicamente asegurada, ya que de él probablemente partió la iniciativa, así como la colaboración de los profesionales del Cuerpo de Ingenieros, generales Marvá y Banús, coroneles Vives y Rodríguez Mourelo, teniente coronel José de Soroa y Fernández de Somera y el capitán Kindelán entre otros. Los políticos se pusieron rápidamente 14 Agustín Luque. (Foto prensa gráfica de la época) La promulgación de la Ley considerando el servicio militar aeronáutico como de campaña, fue el gran avance en la apreciación de un servicio de alto riesgo que funcionaba de hecho pero fue, sobre todo, la puerta grande que se abría a su consideración plena como un servicio más en el Ejército >


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