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AEROPLANO 31

EL CAMPO DEL ÁNGEL DESPUÉS DE LA I GUERRA MUNDIAL La finalización de la I Guerra Mundial, en la que España había permanecido neutral, permitiría a nuestra Aviación Militar adquirir diverso material aéreo extranjero sobrante en algunos países, pero se había perdido durante los cuatro años del conflicto europeo la oportunidad de desarrollar una moderna industria aeronáutica que hubiera podido competir con las de otras naciones que habían ido desarrollando nuevos aparatos en función de las necesidades derivadas de la guerra. Durante ese período en el que nuestras fronteras habían estado cerradas hubo un tiempo precioso para afrontar en 1919 la competencia de las industrias extranjeras que ofrecían aviones basados en las concepciones más avanzadas fruto de las enseñanzas de dicha I Guerra Mundial. Esto se quiso solucionar con la convocatoria el 5 de septiembre de 1918 de un concurso para seleccionar los tipos de avión de bombardeo, caza y reconocimiento que deberían equipar a las diferentes escuadrillas, pero dada la premura de tiempo de tan solo cinco meses entre la convocatoria y la exhibición, los aparatos que se habían fabricado para su participación no estuvieron debidamente ensayados, por lo que el concurso sería en realidad un fracaso. Además frente a los bajos precios ofertados por el material aéreo extranjero no había competencia alguna. Por otro lado, la reanudación de las actividades militares en el Protectorado marroquí obligaba a incrementar el número de pilotos y observadores existentes, ya que muchos de ellos llevaban casi cuatro años sin volar y se veían así mismos incapaces de tripular los nuevos modernos aeroplanos más veloces, más maniobreros y de potencias superiores, por lo que parte de ellos dejarían sus destinos aeronáuticos en los aeródromos. Ello obligaba a una gran movilidad de los aviadores militares que mientras eran profesores en Alcalá o Cuatro Vientos, aparecían días después participando en alguna operación aérea en África o llevando nuevos aviones a un aeródromo para reemplazar a otros averiados. La explicación es sencilla, pues los pilotos muy bien entrenados en vuelo y seguros de sí mismo eran contadísimos, y el ser Profesor de la Escuela podía compaginarse con volar los aviones llegados del extranjero y llevarlos en vuelo a Melilla o Tetuán, para que allí se incorporasen como material aéreo de plantilla. Esta enorme movilidad de los aviadores sería una característica de la Aviación Militar durante los años siguientes y un gran aliciente para sus protagonistas, que veían así colmadas sus ambiciones aeronáuticas. En 1919 el número de pilotos se había reducido notablemente, razón por la cual el Director de la Aeronáutica Militar, general Echagüe, propuso al Gobierno la convocatoria de un nuevo Curso de Aviación para pilotos al que asistirían cerca de un centenar de oficiales, exactamente 95, seleccionados de entre los 132 solicitantes que resultaron aptos en el reconocimiento médico que había sido ordenado en la Real Orden de 14 de octubre publicada en el Diario Oficial número 232. Un mes después, exactamente el 21 de noviembre, el capitán Domínguez Olarte cesaba como jefe del aeródromo de Alcalá. Por otra Real Orden Circular de 31 de enero de 1920 se disponía que el Plan de Enseñanza seguiría el mismo programa que los anteriores aprobados por el Estado Mayor Central del Ejército. Esta Promoción, que sería la Décima de la Historia de la Aviación Militar española sería conocida con el sobrenombre de “la Gran Promoción”. Pero ahora había otra novedad, puesto que el curso tendría lugar en cuatro aeródromos, Cuatro Vientos, Getafe, Los Alcázares y Sevilla y en el improvisado para ese año 1920 en Zaragoza. Quedaba pues excluido en principio el del Campo del Ángel de Alcalá de Henares, quizá debido a la vejez y escasez del material aéreo existente en este último ya que solamente contaba con los anticuados aeroplanos Farman MF.7. El curso daría comienzo el 10 de febrero para los convocados en Getafe, Los Alcázares y Sevilla, quedando pendiente la fecha para los de Cuatro Vientos y Zaragoza según considerase oportuno el General Director del Servicio en función del estado general de la instrucción. Igualmente se expresaba que la elección se haría por edad dentro de cada Arma, dándose preferencia a los más jóvenes pero excluyendo a los no llevaran un año de servicio en filas, si bien po - drían ser convocados al curso siguiente; con los restantes se haría una relación para cubrir las posibles bajas que pudiesen producirse. Los que no fueran convocados al término del curso quedarían definitivamente fuera del llamamiento. También quedaba abierta la posibilidad, cuando se considerara necesario el convocar al curso un número de alumnos de Tropa de Aviación entre los elegidos en la relación que acompañaba a la Real Orden de 26 de noviembre de 1918, publicada en el Diario Oficial número 267, así como a los que lo hubiesen solicitado en ese momento. Los Profesores designados para este Curso fueron los Oficiales siguientes: Capitán de Caballería Roberto White Santiago Capitán de Infantería Joaquín González- Gallarza Iragorri Capitán de Infantería Luis Moreno Abella, Marqués de Borja Capitán de Infantería Carmelo de las Morenas y Alcalá Capitán de Infantería José Valencia Fernández Capitán de Infantería Emilio Pardo Salinas Capitán de Caballería José Rojas Rojas Capitán de Ingenieros Vicente Roa Miranda Capitán de Infantería Francisco Martín Prat Capitán de Infantería Felipe Matanza Vázquez Otra Real Orden Circular de la misma fecha, 31 de enero 189 Formación de los De Havilland DH-6.


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