LOS MORTEROS EN LA INFANTERÍA DEL SIGLO XXI. Joaquin Barco Nuñez. Teniente de Infanteria

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ORGÁNICA Y MATERIALES LOS MORTEROS EN LA INFANTERÍA que implicaba que en la mayoría de las ocasiones sus sirvientes corrían el mismo riesgo de caer bajo el fuego enemigo que los compañeros a los que apoyaban. En la actualidad, y de forma similar a los ejércitos más evolucionados, el Ejército español debe proceder a actualizar el concepto de empleo del mortero, adaptando las nuevas evoluciones tecnológicas. Los continuos cambios de escenarios, los nuevos objetivos —que en muchas ocasiones son de reducido tamaño— y la falta de recursos económicos de las Fuerzas Armadas exigen tener unos medios realistas que sean eficientes y que soporten un coste logístico bajo, no tanto en la adquisición, sino en el mantenimiento y la proyección de los mismos. El objetivo de este análisis, basado principalmente en las experiencias obtenidas por el Batallón de Infantería Motorizada Zamora en ejercicios y operaciones como la de Afganistán, es presentar unas consideraciones tácticas y de organización sobre el empleo de la sección de morteros en el apoyo de fuegos de los nuevos batallones de infantería motorizados y mecanizados, integrando todos los medios de fuego y de mando disponibles actualmente en el Ejército de Tierra, para que puedan proporcionar un apoyo rápido y eficaz a las unidades que acompañan. BATALLÓN DE INFANTERÍA MOTORIZADA (PA005) 63 INTRODUCCIÓN Los nuevos escenarios a los que nuestro Ejército se enfrenta en la actualidad, unidos a las mejoras tecnológicas que todos los medios de combate están experimentando, hacen necesario trasladar hacia un nuevo enfoque la organización, las capacidades y los usos de los morteros en las unidades de infantería. El mortero tal y como lo conocemos en la actualidad nació en la Primera Guerra Mundial. La lenta y costosa guerra de trincheras determinó la necesidad de crear un arma con la que se lograra batir las posiciones enemigas sin tener que exponerse fuera de las trincheras y de los pozos de tirador, además de conseguir un apoyo eficaz para que las unidades de asalto pudieran avanzar sobre el enemigo. Sobre 1915, un ingeniero británico, Wilfred Stokes, diseñó un arma que consistía en un tubo de ánima lisa en cuyo interior se dejaban caer los proyectiles, los cuales eran disparados al ser accionados por una aguja percutora en la base del tubo. Así nació el mortero Stokes, en honor a su creador, el cual se construyó en numerosos calibres, desde los 60 mm hasta los 120 mm, siendo utilizados algunos de ellos en la actualidad. Las granadas de mortero se diferenciaban de las de artillería en que eran de más barata y sencilla fabricación y en que debían tener aletas en la cola del proyectil para que, al ser disparadas por un tubo de ánima lisa, su vuelo fuese estable. Durante los primeros combates en los que se utilizó el mortero, se determinó que era imprescindible que el ángulo de inclinación del tubo fuera el adecuado, ya que si la granada era disparada con ángulos menores de 45º, el tiro resultaba excesivamente tenso y los proyectiles caían impactando contra los parapetos, provocando que los efectos fueran casi nulos. Debido a esto, los sirvientes del arma situaban el mortero en ángulos de inclinación mayores para conseguir que las granadas cayeran lo más vertical posible y pudieran impactar dentro de las trincheras. La razón fundamental por la que el mortero era y sigue siendo considerado un arma de la infantería no es otra que la cercanía al enemigo, DEL SIGLO XXI TENIENTE D. JOAQUÍN BARCO NÚÑEZ RI ISABEL LA CATÓLICA 29 Propuesta plantilla MME (V2)


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