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MEMORIAL ARTILLERIA 174-1

Historia 110 MEMORIAL ARTILLERíA, nº 174/1 - Junio de 2018 de En Tenerife, el coman-dante general don Antonio Gutiérrez de Otero (quien, por cierto, había vencido ya a los ingleses en dos ocasio-nes: siendo teniente Coronel en las Malvinas y de Coronel en Menorca) hacía meses que había activado el plan de de-fensa de la isla, convencido de que más bien pronto que tar-de, los ingleses la atacarían. Los defensores de Santa Cruz eran menos de 1.7004, aun-que podrían movilizarse, eso sí, sin adecuado armamento, los componentes de los cinco regimientos de Milicias distri-buidos en el territorio isleño. En cuanto a la defensa arti-llera se contaba con los tres castillos ya citados y 13 fuer-tes y baterías, con un total de 91 cañones y morteros. El 21 de julio de aquel 1797 el vigía de Anaga avista-ba una escuadra navegando a todo trapo hacia Tenerife. En la madrugada del 22 los ingleses intentaron un des-embarco por sorpresa en una playa situada a unos 200 metros al norte del castillo de Paso Alto. Así, 30 lanchas transportando 900 hombres se acercaron con sigilo a la costa pero fueron descubier-tas por una campesina que alertó al cercano castillo. Con los primeros cañonazos, los ingleses viraron en redondo y volvieron a sus barcos. Horas después, ya de día, volvieron a intentarlo más al norte, fuera del alcance de los cañones de Paso Alto. Pero no pudieron progresar hacia la plaza por encontrarse ya el camino bloqueado por los (4) COLA BENÍTEZ, L. y GARCÍA PULIDO, D. La historia del 25 de Julio de 1797 a la luz de las fuentes documentales, p. 43. Tenerife, 1999. ... Nos recibió en el ayun-tamiento de Santa Cruz el alcalde de la Ciudad don José Manuel Ber-múdez Esparza, quien, entre otras cosas, nos dijo que “Santa Cruz siempre estará agradecida a la Artillería, pues gracias a ella conservamos nuestra libertad, nuestra españo-lidad y lucimos en nuestro escudo esas tres cabezas de león”. nuestros, con lo que, en una elevación cercana, pasaron unas angustiosas horas de sed y calor hasta que, amparados en la oscuridad de la noche, regresaron a sus buques. Nelson, furioso por la pér-dida del factor sorpresa, pla-nea un nuevo intento, ahora contra el corazón de la pobla-ción y con él mismo al frente de la fuerza de desembarco. Tras un amago de diversión por la zona de Paso Alto, a la 1:30 de la madrugada del día 25 de julio, más de trein-ta lanchas y el cúter Fox, con un total de hombres muy cercano al millar estaban ya a “medio tiro de cañón de la cabecera del muelle”5. Descubierta la flotilla de desembarco por los centine-las de uno de las baterías, comenzó inmediatamente un violento cañoneo, según un oficial británico “de los más intensos de los que yo haya sido testigo”6. El fuego y las fuertes corrientes dispersa-ron a las barcas, alejando a muchas del previsto lugar de desembarco, el pequeño muelle y una playa aledaña al mismo, prácticamente en el centro de la población. Esa playa iba a suponer para los ingleses una trampa mortal. Dos noches antes, un teniente de las Milicias Ca-narias, don Francisco Gran-di Giraud, adscrito al Real Cuerpo de Artillería, propuso a sus jefes abrir una tronera en el muro norte de la bate-ría de Santo Domingo, anexa al castillo principal o de San Cristóbal y que él mandaba, (5) Ídem, p. 125. (6) HOSTE, W, Memories of Captain Sir Wi-lliam Hoste, Londres, 1833.


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