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REVISTA ESPAÑOLA DE DEFENSA 333

fuerzas armadas El ejercicio recreó hasta 14 escenarios distintos ambientados, entre ellos —de izquierda a derecha— la gestión de un incidente IED, el internacional, la del Mando Conjunto En las bases Jaime I, de Bétera, y General Almirante, de Marines, y en el Complejo Educativo de Cheste se distribuyeron los 14 escenarios del ejercicio diseñados para que, durante una semana, una fuerza distribuida en tres secciones multinacionales, ocho españolas y una polaca pusiera a prueba conjuntamente un amplio abanico de capacidades. A las tradicionales de gestión de un Puesto de Mando y un Centro de Detención, de protección de autoridades y convoyes, control de tráfico, alcoholemia y velocidad y la realización de atestados de accidentes de vehículos, se sumaron otras más novedosas. POLICÍA CIENTÍFICA Son aquellas en las que estos hombres y mujeres actúan como auténticos CSI militares llevando a cabo inspecciones oculares técnico-policiales (IOTP) para esclarecer cualquier tipo de robo. Un ejemplo: durante el ejercicio se simuló la sustracción de un ordenador con información sensible que, en manos del enemigo, podía poner en riesgo la seguridad de las tropas aliadas. «Se trata de encontrar huellas, saber trasplantarlas, mantener la cadena de custodia de cualquier indicio que nos permita abrir una línea de investigación y levantar acta de una IOTP», indica el cabo primero Juan De Dios Muñoz, de la Compañía de Especialidades del Batallón de Bétera. Muñoz fue uno de los primeros militares del Ejército de Tierra en formar parte de una unidad de policía militar de la ISAF en el Aeropuerto de Kabul, función que en 2012 asumió el Cuartel General de Bétera. «En aquella misión investigamos casos de violación, robos, tráfico de drogas, atentados y muertes por la acción de un francotirador», destaca este especialista en Criminología y Derecho Penal. Los CSI de la policía militar también actúan en laboratorios de explosivos clandestinos sometidos a ambientes Este ejercicio es el único abierto a la participación de todas las unidades policiales de las Fuerzas Armadas NBQ. Durante el adiestramiento en este ámbito se visten con los incómodos trajes de protección para recopilar toda la información posible que suministran las evidencias encontradas y que no pueden recoger y sacar del habitáculo porque están contaminadas. En el ejercicio Ángel Guardián estos pelotones disponían de un plazo de dos horas como máximo para realizar su trabajo. «El mono, la máscara, los guantes y los botines dificultan muchísimo nuestro trabajo», explica el teniente Pedro Mateos, destinado en la segunda compañía del Batallón de Bétera. «Se suda más, se respira menos, las gafas se empañan… Así, la recogida de evidencias se complica », añade. Esta policía científica opera también a cielo abierto con sus uniformes mimetizados y las manos enfundadas en guantes de látex de color azul, por ejemplo, en el escenario de un incidente con Artefactos Explosivos Improvisados (IED), constituidos en equipos WIT, acrónimo inglés de Weapons Intelligence Team. En la base Jaime I de Bétera se simuló un ataque insurgente con estas bombas trampa contra un vehículo militar, similar a los sufridos en Afganistán por las tropas de ISAF. PROTECCIÓN DE LA FUERZA Entre las capacidades menos conocidas de los agentes de las Fuerzas Armadas también destacan las actuaciones de autoprotección de personal en el ámbito Green on Blue, referidas con anterioridad, o las denominadas Insider, de vigilancia para evitar las incursiones de personal con material enemigo en acuartelamientos y bases aliadas. En este ámbito también se incluyen las misiones de control de masas, para las que cuentan con equipos y material antidisturbios, y las cada vez más frecuentes inspecciones con perros especializados en la detección de explosivos y drogas y de seguridad y combate. 20 Revista Española de Defensa Noviembre 2016


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