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Tripulaciones inglesa y española junto a sus respectivos aviones:P3-B y Nimrod en el ejercicio “Tapón”. sensiblemente mermada al reducirse en poco tiempo el número de aviones disponibles y ser cada vez menor la confianza en los Grumman que, a pesar de que continúan cumpliendo fielmente sus misiones, experimentan cada vez con más frecuencia averías e incluso alguna que otra incidencia en vuelo. Con muy buen criterio, el Ejército del Aire decide alquilar a la Marina de EEUU cuatro nuevos P-3A que recogerían tripulaciones españolas en las bases navales de Patuxent River, Selfridge y Jacksonville para su traslado a España en el primer semestre de 1979. A la llegada de los nuevos aviones a Jerez en julio siguiente le sucede la baja de los Grumman, pues con la incorporación de los cuatro aviones alquilados, la unidad de lucha antisubmarina vuelve a estar en condiciones de cumplir con toda normalidad sus misiones. INGRESO DE ESPAÑA EN LA ALIANZA ATLÁNTICA La consecuencia quizá más importante que tuvo para el Ala 22 la incorporación a la OTAN en 1982 fue sin duda la normalización del acceso a las publicaciones y procedimientos de la Alianza. Sin embargo, en lo que atañe al modus operandi del Escuadrón, esa circunstancia no constituyó, en principio, un cambio trascendental, pues su actividad venía desarrollándose habitualmente integrada sin fisuras en la doctrina operacional de la Alianza. No obstante, nuestra condición de aliados, aún siendo entonces con un status especial, lógicamente propició la participación de la unidad antisubmarina en un mayor número de ejercicios combinados y su destacamento a geografías distantes de la nuestra, con el consiguiente beneficio para el adiestramiento de nuestras tripulaciones y la posibilidad de contrastar con unidades de patrulla marítima de otras naciones nuestra doctrina táctica. ADQUISICIÓN DE NUEVO MATERIAL AÉREO: LOS P-3B El grupo de TACCOs se reorganiza en el verano de 1984 y pasa a denominarse Destacamento Naval en el Ala 22, aunque su dependencia continúa siendo la misma que tenía hasta entonces, pues no será hasta tres años más tarde que el almirante de la Flota asuma el control operacional de la unidad. La decisión de alquilar cuatro aviones P-3A a la Marina de los EEUU había sido indudablemente una excelente idea, pues había servido para paliar provisionalmente la penuria de medios del Escuadrón, pero era exclusivamente una solución temporal, puesto que era evidente que persistía otro problema de mayor enjundia, que era el de la obsolescencia del material. Los P-3A no eran los aviones adecuados para afrontar la amenaza submarina del momento, y se necesitaba adoptar cuanto antes decisiones que promoviesen la renovación de los medios de que disponía la unidad. Había que incorporar nuevos y más modernos aviones que hiciesen posible su operación eficiente durante un tiempo más prolongado. La solución finalmente adoptada consistió en volver los ojos de nuevo al lejano Norte, como ya se había hecho quince años antes para cubrir la pérdida de dos Grumman. A mediados de 1980, el Ejército del Aire noruego contaba con aviones P-3B Orión a los que había introducido una modificación en su aviónica conocida como TAC/NAV que implicaba una mejora significativa de sus prestaciones. El 118


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