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LA MORAL MILITAR DE LOS SOLDADOS ESPAÑOLES… 229 se ajustaban bien a las directrices de la opinión pública. Podría hablarse de una perspectiva colectiva, de la que participaban políticos, militares, las clases altas y medias de los periódicos y los grupos humildes. Habría disensiones, sin duda, pero también la coincidencia en unas elementales nociones Revista de Historia Militar, 121 (2017), pp. 229-234. ISSN: 0482-5748 patrióticas y militares. Los testimonios que tenemos de Filipinas son menos que los de Cuba29. Con todo, sí puede apreciarse una mayor sintonía en las versiones que proporcionan los soldados que combatieron en aquella colonia y menores variaciones en las percepciones de la guerra. Debe tenerse en cuenta que ésta tuvo una menor duración y que al año de estallar la sublevación la guerra estaba controlada por el ejército español. Este había penetrado en el corazón de la revuelta, la región de Cavite, y estaba sofocando los últimos restos de la insurrección, los que quedaban al sur y al norte. Además, los apuros militares fueron sustancialmente menores y la mayor parte de los soldados fue destinada a las guarniciones del Apostadero de Cavite y de Manila. De ahí que las versiones de las cartas presenten menos diferencias que las encontramos en Cuba. Proporcionan distintos relatos de una misma versión, la que predominaría entre los soldados, cuyos contactos estarían menos distanciados, que en Cuba, con guarniciones separadas varios cientos de kilómetros. Por lo demás, las nociones patrióticas fueron las mismas, ya lo hemos dicho, así como la confianza en el valor y la estigmatización del enemigo por cobardes. Como nota distintiva: entre los soldados baracaldeses en Filipinas, que probablemente en esto reflejan la de toda la tropa, abundan los comentarios estratégicos. Desde finales de diciembre de 1896 se impone entre los soldados la idea de que la estrategia de Polavieja consistía en una marcha hacia la región de Cavite, llevada a cabo por todo el ejército; y que este avance, que inicialmente sería costoso en hombres, significaría el final de la insurrección. Ni qué decir tiene que los soldados compartían la estrategia e incluso el entusiasmo por la previsible dureza inicial, que sería compensada por un pronto final de la guerra. La guerra no se desarrolló exactamente de esta forma, pero sí en líneas generales. El avance español fue unas semanas posterior a lo que predecían los soldados; y el avance no se hizo desde Manila, sino que vino precedido por marchas al sur de Cavite, desde Calambá hacia el oeste. Los testimonios que nos han llegado de estas operaciones, así como las que siguieron después por el norte, en la Pampanga, denotan a veces cansancio 29  Vid. SASTRÓN, Manuel: La insurrección en Filipinas y guerra hispano-americana en el archipiélago, Madrid, 1901. Para la visión de un soldado, FRANCO, Juan L.: Muerte al Castilla. La guerra de Filipinas contada por sus protagonistas, ed. Parteluz, 1998.


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