Page 35

RHM 121

34 JOAQUÍN GIL HONDUVILLA nador? El comportamiento del gobernador civil de Cádiz, Joaquín García Labella, durante las críticas horas de la mañana del 10 de agosto difirió sustancialmente del mostrado por su homónimo sevillano, Valera Valverde. Si éste se caracterizó por la duda y la indecisión, claudicando a media mañana, ante el temor de un asalto por parte de las fuerzas sublevadas del edificio del Gobierno Civil, García Labella asumió, desde las primeras horas del 10 de agosto, la defensa sin tapujos de la legalidad republicana. De todos modos, la confusión aquella mañana en el edificio gubernativo era total. Hasta las 08.00 horas en Cádiz sólo se tenía conocimiento de los sucesos que habían ocurrido en la capital de España, pero sin tener referencia alguna de los movimientos militares que estaban teniendo lugar en ciudades tan próximas como Sevilla y Jerez de la Frontera. Todo cambió cuando desde Sevilla se informó que la Guardia Civil de la plaza se había sublevado a las órdenes del general Sanjurjo. Incluso a las 08.00 horas se seguía desconociendo lo que pasaba apenas a treinta kilómetros de distancia. Tras confirmarse la gravedad de los hechos de Sevilla, contando siempre con el apoyo incondicional del jefe de la Comandancia de la Guardia Civil, desde el Gobierno Civil se procedió a comunicar con los puestos del Benemérito Cuerpo desplegados por la provincia, a los efectos de evitar que ninguno de ellos decidiera sumarse al golpe por recibir información de órganos distintos de la propia Comandancia. Una de las primeras llamadas realizadas desde el Gobierno Civil iba dirigida al cuartel de la Guardia Civil del Escuadrón de la Comandancia gaditana en Jerez de la Frontera. Éstas no fueron contestadas desde el acuartelamiento, circunstancia que hizo temer que algo sucedía en esta ciudad. Curiosamente, señalaba el gobernador civil, los informes que disponían planteaban posibles dudas acerca de la respuesta de algunos militares destinados en la provincia ante la situación política y social creada, pero éstas se dirigían más hacia algunos mandos del Ejército de unidades ubicadas en Cádiz y en Algeciras que contra los oficiales de la Guardia Civil destinados en Jerez pues: “el teniente coronel jefe de aquella Comandancia no nos había dado ningún motivo de sospechas”28. No fueron éstas las únicas comunicaciones que no pudieron realizarse en aquellas vitales horas. Casi al mismo tiempo que desde el Gobierno Civil de Cádiz se intentaba contactar con el cuartel de la Calle Empedrada, el coronel Roldán Trápaga intentaba, desde el cuartel de Villaviciosa, ponerse en contacto con el jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de Cádiz. Señalaba este militar que a las 08. 00 horas llamó por teléfono para verificar la orden recibida. Sus intentos fueron baldíos, toda vez que no encontró a 28  Ibidem. Revista de Historia Militar, 121 (2017), pp. 34-50. ISSN: 0482-5748


RHM 121
To see the actual publication please follow the link above