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LA ENSEÑANZA PARA LA FORMACIÓN DE OFICIALES DURANTE… 57 el conflicto entre los partidarios de la enseñanza común y sus detractores era falso, y lo explica comparándolo con los casos de Inglaterra y Francia, con dos academias, una para las armas técnicas y otra para las generales. No obstante, en estas naciones “no se consideraba en modo alguno la estancia en la academia como una preparación completa”21. Hubo dos intentos de resucitar la AGM. El primero fue en 1904, con la intención de ubicar de nuevo en Toledo el Colegio General Militar, pero no llegó a prosperar. En 1918 se intentó crear de nuevo una AGM, esta vez en Zaragoza, pero, al igual que la primera tentativa, no se puso en marcha y quedó en mero proyecto22. Habría que esperar hasta 1927 para ver de nuevo abierta la AGM. Como escribió Romanones, no se discutía que los oficiales tuviesen un origen común, sino que la discrepancia se centraba en si ese origen común debía ser la AGM23. Muchos escritores militares eran partidarios de la existencia de un solo centro militar que preparase a la oficialidad, como fue la primera etapa de la AGM. El comandante Beta fue uno de ellos, lamentándose de su desaparición, pues significaba el aislamiento de los distintos cuerpos del ejército, además del elevado coste económico que representaba tener varias academias. En su opinión, los oficiales vivían “aislados en compañía”, preocupándose más de las ordenanzas y los escasos sueldos que de “los problemas tácticos y de la moral de la profesión”. Defendía la necesidad de contar con una academia única, en la que se diese un auténtico compañerismo, necesario, según él, para que el ejército desarrollase “el engranaje de una máquina homogénea”24. En su evidente oposición a ese exclusivismo o cantonalismo que representaban las academias el comandante Beta defendía la vuelta a los métodos de la AGM, que para él había transformado el ejército. Sus propuestas iban encaminadas a una estrecha unión de las distintas armas y cuerpos, y no a su mezcla, pues opinaba que no se desarrollaba un trabajo colectivo entre los oficiales25. Por su parte, Romanones se oponía a la existencia de una sola academia para formar a los oficiales, por considerar que no se ajustaba a los nuevos tiempos. Es decir, que no se adecuaba a los nuevos ejércitos democráticos, que habían resultado victoriosos en Europa. Apoyaba su tesis en un 21 ALPERT, Michael: La reforma militar de Azaña. Comares, Granada, 2008, pp. 160 y 161. 22  CAMPINS, Miguel: La Academia General Militar y sus normas pedagógicas (1927-1931). Ed. Centro de Ayudas a la Enseñanza Militar, Madrid, 1983, pp. 16 y 17. 23  ROMANONES, Conde de: El ejército y la política. Apuntes sobre la organización militar y el presupuesto de la guerra. Ed. Renacimiento, Madrid, 1920, pág. 160. 24  COMANDANTE BETA (seud. de José García Benítez): Apuntes para estudiar tres años de reformas militares (1915-1917). Ed. Bernardo Rodríguez, Madrid, 1917, pp. 137 y 138. 25  Ibídem, pp. 147 y 148. Revista de Historia Militar, 121 (2017), pp. 57-90. ISSN: 0482-5748


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