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LA ENSEÑANZA PARA LA FORMACIÓN DE OFICIALES DURANTE… 59 Mandos y estudios militares —publicada en agosto de 1932 en la Colección Bibliográfica Militar (CBM) de los entonces capitanes Vicente Rojo y Emilio Alamán— indicaba que hasta fechas muy recientes su nivel cultural había sido muy bajo, aunque en los últimos tiempos se había logrado mejorar “una mínima parte del gran problema”, al exigirse como mínimo el Revista de Historia Militar, 121 (2017), pp. 59-90. ISSN: 0482-5748 bachillerato elemental30. Romanones defendía que la edad para ingresar en las academias militares no fuera menor de dieciocho años, pues antes de esa edad el físico de alumno no estaba lo suficientemente desarrollado para el servicio en el ejército y a esa edad “no se puede pedir a los que aún son niños que sean conductores y educadores de hombres, es decir, que sean verdaderos oficiales”31. Se había estado reclutando a los futuros oficiales de entre casi niños, y ahí está el ejemplo de Franco, que ingresó en la AI a la temprana edad de catorce años. La escasa edad de los alumnos, unido a unos planes de estudio no racionales y con gran cantidad de asignaturas no podía significar más que estos jóvenes no desarrollasen un gran amor por el estudio. Como escribe De Sanjuán, eran sometidos en las academias a un sistema de enseñanza calificado por él de “heterogéneo” y sin orientación “todo lo definidamente concreta que se debe, de una densidad imposible para su desarrollo eficaz dentro del corto tiempo señalado a cada materia”, lo que hacía que no saliesen capacitados para desempeñar en el futuro la labor que se esperaba de ellos. Al igual que sucediera con el bajo nivel cultural de los futuros oficiales, últimamente se “había corregido bastante la vida de encerado”, aunque criticaba la importancia que tenía el estudio de los reglamentos y que se siguieran en los planes de enseñanza “algunas enseñanzas no precisas”, mientras que otras de mayor importancia no se estudiaban32. Pero De Sanjuán describía esta ligera mejora en 1932, mientras que en 1920 Romanones afirmaba que los oficiales, “apenas hombres”, salían de las academias con el “cerebro exprimido, agotado por un estudio al cual se le había quitado todo el atractivo, aborreciendo los libros, jurando huir de ellos, por haber tenido que aprender, con los apremios del tiempo, muy copiosas y variadas materias”. Una vez abandonada la academia, “para ellos lugar de suplicio”, pasaban el resto de su carrera en los regimientos o en empleos burocráticos, funciones para Romanones casi tan sedentarias la una como la otra. Esta costumbre de desarrollar la vida profesional en una oficina era casi desconocida en otros ejércitos, pero muy común en España33. 30  SANJUÁN, Alfredo de: Mandos y estudios militares. Ed. Rodríguez, Toledo, 1932, pp. 41-43. 31  ROMANONES, conde de: op. cit., pp. 170 y 171. 32  SANJUÁN, Alfredo de: op. cit., pp. 41 y 42. 33  ROMANONES, conde de: op. cit., pág. 188.


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