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REVISTA ESPAÑOLA DE DEFENSA 344

cultura Oquendo, almirante general de la Real Armada y Ejército del Mar Océano. Finalmente, el combate se saldó con más de 600 muertos, entre ellos el almirante neerlandés, 200 heridos y con la victoria hispana. Éxito que busca poner en valor y conmemorar la exposición temporal del Museo Naval, apuntó Zamora, su principal artífice. La muestra se basa en una investigación realizada por ella misma a lo largo de tres años. Trabajo, que ya ha visto la luz en forma de artículo periodístico en el número 31 de la revista de arte Ars magazine, y que adquiere ahora una nueva vida junto al estandarte de Oquedo. HALLAZGO INESPERADO Todo empezó ante la pintura anónima Batalla naval de Pernambuco o de los Abrojos, una de las cinco reunidas en esta exposición. Fue esa escena la que llevó a Zamora a comenzar su investigación y llegar a esta serie de marinas sobre la victoria de Pernambuco, después de recibir una consulta sobre ella en su calidad de doctora en Historia del Arte. «Antonio de Oquendo —explica— encargó dos series de cuadros sobre su éxito: una primera con cuatro escenas para obsequiar a Felipe IV, cuyo tercer episodio forma parte hoy de la colección de la Armada, y otra, con dos momentos del combate para sí mismo». A ésta última pertenece el cuadro anónimo origen de la exposición y representa el momento álgido de la lucha: la victoria. En la actualidad, tales obras son, subraya Clara Zamora, «un testimonio de gran valor a diferentes niveles». Desde un punto de vista artístico, reflejan las tendencias de la época: linealidad, serenidad —a pesar de lo plasmado— y escaso movimiento. DOCUMENTO DE EXCEPCIÓN Además, como reflejo fiel del hecho histórico, es una singular fuente de información sobre la batalla y todo su contexto, desde los diferentes tipos de naves de la época, su arquitectura naval, las líneas de combate... «Su carácter de serie, los hace un ejemplo inédito en su época, lo que acrecienta aún más si cabe su importancia ». «Son una historia contada viñeta a viñeta. Cada cuadro se completa con una leyenda explicativa». «Pero — aclara—, en la actualidad, sólo la del cuadro del almirante es original, las otras son del siglo XIX y recrean las auténticas, perdidas en el incendio del Alcázar de Madrid (1734), donde estaban expuestas». Estas últimas, las que el donostiarra regaló al rey, son creación de Juan de la Corte, afamado pintor en su época. De su calidad habla el hecho de que la Recuperación de Bahía de Todos los Santos salida de sus pinceles formara parte de los éxitos militares del Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro junto a, por ejemplo, Las Lanzas del inmortal Velázquez. Hoy ambas comparten espacio en la sala 9-A del Museo del Prado, donde la pinacoteca reúne bajo el nombre de antaño escenas entonces unidas. ARTE Y POLÍTICA Quizá pensando en el regio espacio y, según dijo Zamora, «para realzar su éxito, ya que el arte servía entonces a la política », Antonio de Oquendo cumplimentó con ellas a Felipe IV, y los cuadros adornaron el alcázar madrileño hasta su incendio. Para salvarlos, mientras obras de Velázquez o Tintoretto perecían, fueron cortados de sus bastidores y perdieron sus textos, pero han llegado hasta hoy. Avatares superados, pinturas y estandarte forman una exposición que, según Clara Zamora, «es una oportunidad exclusiva para acercarse a una apasionante parte de nuestro pasado, a través de testimonios directos de una batalla que ganamos y que, gracias a la visión histórica del almirante vencedor, nos legó unas obras de arte que son hoy documentos únicos para conocer la arquitectura naval, las estrategias y la mentalidad de nuestros antepasados». Esther P. Martínez Vista parcial de la sala en la que se aprecian las escenas una y dos del combate, obra del pintor Juan de la Corte y en las que se reflejan las diferentes posiciones en la lucha. Noviembre 2017 Revista Española de Defensa 59 J. García Condoy / Museo Naval Hélène Gicquel


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