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REVISTA ESPAÑOLA DE DEFENSA 344

cultura carlista Enrique, pero ayudante del jefe isabelino Pedro Sarsfield. Prisionero de Zumalacárregui, fue fusilado por no abrazar el carlismo. Le siguieron su cuñado el coronel Luis Coig y sus hermanos, primero el mayor, Carlos, y después Juan. Preso en Barcelona, fue sacado de la cárcel por las turbas y decapitado el 4 enero 1836. Según el propio Leopoldo O’Donnell, el apoyo a la causa liberal le supuso «un sacrificio inmenso ... me separó de mi familia entera, porque me fui a batir contra mis propios hermanos y me separé de una madre querida», indicó Ramos. ÉXITOS DE ARMAS En el campo de batalla, sin embargo, cosechó un sin fin de logros, además de granjearse el respeto de sus hombres. Entre ellos, figura Erice (Navarra, 1834), donde ganó y sostuvo con 200 hombres una altura clave para tomar la plaza en liza frente a una fuerza mayor. Tras repeler cuatro ataques sucesivos, al quinto, después de perder un tercio de sus hombres, cargó a la bayoneta e hizo retroceder al enemigo. Fue herido de gravedad y estuvo un año de baja, pero su intrepidez, coraje, valor y fuerza de voluntad le valieron la Cruz Laureada de San Fernando de 2ª clase, primera gran recompensa de su carrera. En marzo de 1836, en Unzá (Álava), O’Donnell protegió una retirada en un terreno muy abrupto y difícil para la caballería con dos batallones del Regimiento Gerona, a su cargo, y bajo presión enemiga. Cumplió con serenidad y éxito la misión, y obtuvo el ascenso a brigadier. Además, aunque no hay real orden que lo confirme, su unidad logró la Corbata de San Fernando, según recoge el militar e historiador Serafín M. de Sotto, III conde de Clonard, voz autorizada en la materia. La tercera distinción fernandina, una cruz de tercera clase, le llegó al poco. Esta vez fue por su papel en Salvatierra (Álava). Fue herido de nuevo, se vio abocado a otra baja, que abandonó al ser requerido antes de su total recuperación. El 28 de marzo de 1837 es puesto a las órdenes del general ya citado Sarsfield, virrey de Navarra, y, a principios de mayo, el general Baldomero Espartero, entonces máximo jefe del ejército isabelino, le encomienda una brigada. En julio de 1837, O’Donnell se enfrenta además a una rebelión en el bando propio. Con serenidad, valor y su crédito personal entre la tropa, consigue que los sublevados vuelvan a la lucha, tras lo que el propio Espartero le propone para mariscal de campo, empleo que logra el 27 de diciembre de ese año. En su petición de ascenso, el futuro regente subraya que, «cuando las tropas de las costas de Cantabria (…) se entregaron a toda clase de desórdenes (…), con su tino y valor supo restablecer la disciplina» y añade «de carácter firme y conciliador (…), ha captado el amor de los habitantes, la veneración de sus subordinados, así como el terror de los enemigos y mi entera confianza». POR MÉRITOS GANADOS A esa admiración casi generalizada y a los logros citados, el brillante militar tinerfeño sumó en dos años la Gran Cruz de Isabel la Católica y la de San Fernando. Todo corría parejo a su progresión profesional. Así, en junio de 1839, fue nombrado jefe del Ejército del Centro y Capitán General de Aragón, Valencia y Murcia, y recomendado para teniente general, propuesta que rechazó al considerar que no había hecho méritos suficientes en el campo de batalla para ello. Añade de esta manera la rectitud a su catálogo de virtudes. El ascenso, en cualquier caso, no tarda en llegar y, esta vez sí, lo acepta. Lo consigue frente a las fuerzas del distinguido general carlista Cabrera en tierras de Castellón al mes siguiente. Además, como recompensa recibe su primer título nobiliario, el de conde de Lucena. Al final del conflicto y ya con la paz firmada —también conocida como el Abrazo de Vergara (1839)—, Leopoldo O’Donnell redondeará su inmaculado expediente. Tras sucesivas victorias de nuevo sobre Cabrera — Aliaga, Cantavieja, Alcalá de la Selva y La Cenia (Tarragona), entre las más destacadas—, es nombrado 2º jefe de los ejércitos Entre sus muchas recompensas hay tres laureadas de San Fernando y las cruces de Isabel I y Carlos III Casa natal de Leopoldo O’Donnell en la capital canaria de Santa Cruz de Tenerife. 64 Revista Española de Defensa Noviembre 2017


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