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REVISTA ESPAÑOLA DE DEFENSA 344

Lugares para descubrir la figura del general A pesar de su relevancia, Leopoldo O´Donnell es, probablemente, uno de los protagonistas del denominado «régimen de los generales » menos estudiados, explicaba el general Francisco Ramos en su conferencia del pasado 8 de junio en el Instituto de Historia y Cultura Militar, ubicado en Madrid. BIOGRAFÍAS En tal sentido, apuntaba que su biografía más reciente, la firmada por Francisco Melgar, data del año 1946. Las otras tres que existen son aún más veteranas, contemporáneas del propio O’Donnell. Así, Rafael del Castillo escribe la suya en 1860, todavía en vida del autografiado; mientras que Ibo Alfaro y Carlos Navarro publican sus trabajos en los años que siguen a su muerte, 1868 y 1869, respectivamente. Además, los archivos militares de Segovia (AGMS) y Madrid (AGMM) conservan valiosos y variados documentos sobre el personaje. También Pintura de Leopoldo O’Donnell, al final de su carrera política y militar en la campaña de África. hay objetos relacionados con el general en el Museo del Ejército. En cualquier caso, para los interesados en profundizar en este personaje con una vida que bien podría ser un guión de cine, Francisco Ramos propone como fuentes documentales y bibliografía básica su expediente militar, custodiado en el AGMS y que cuenta con 1.859 páginas, así como las biografías antes mencionadas. LIBROS Y DOCUMENTOS Además, cita el Atlas histórico y topográfico de la Guerra de África en 1.859 y 1.860, Depósito de la Guerra, Madrid 1861; la Historia de las campañas de Marruecos. Guerra Hispano-Marroquí de 1.859-1.860, Servicio Histórico Militar, Madrid 1947; las actas de las XIII jornadas nacionales de Historia Militar, tituladas Leopoldo O´Donnel, centrista y conspirador obligado y celebradas en Sevilla (2009) y la Historia de la guerra civil y de los partidos liberal y carlista, Madrid 1890. Por su parte, el AGMM custodia numerosos fondos documentales. Entre ellos, varios miles de páginas asociadas a las principales campañas y pronunciamientos en los que participó O’Donnell, como la Guerra Carlista, la Vicalvarada o la Guerra de Marruecos. Tienen también una copia digitalizada del citado expediente del Archivo General Militar de Segovia. reunidos. El 5 de agosto de 1840 es condecorado con la Gran Cruz de la Orden de Carlos III y, en 1846, recibirá el título de vizconde de Aliaga. Tras la guerra, O’Donnell añade la política a su vida y participa en varios pronunciamientos. En 1843, es nombrado general jefe del ejército de operaciones de Navarra y las Provincias Vascongadas, y gobernador y capitán general de Cuba. Fue también director general de Infantería, así como segundo jefe de la Guardia Real de Infantería. EL HOMBRE POLÍTICO Finalmente, el 30 de julio de 1854 asciende a capitán general y es nombrado ministro de la Guerra en el gobierno de Espartero que inaugura el Bienio progresista. Arranca aquí su papel protagonista en la política, aunque no olvida la milicia. En 1858, funda La Unión Liberal, partido con el que alcanzará la presidencia del gobierno, y al año siguiente, en la guerra de Marruecos, asume el mando del ejército expedicionario. Éste fue un conflicto, explica Ramos, con un doble fin. Buscó la defensa territorial en el norte de África, pero también crear un consenso generalizado en torno a su ejecutivo. «O’Donnell quiso —incide el general— dar solidez al Trono ante la permanente amenaza carlista y lograr una estabilidad que acabase con pronunciamientos e intentonas republicanas». Finalmente, en 1868, llegará la Revolución Gloriosa y, con ella, la I República. En la campaña, el presidente del Gobierno eligió la línea más prudente y segura. «Quizás le faltara audacia como jefe pero no el valor como soldado», apuntó Ramos, quien como ejemplo de su arrojo citó la batalla de los Castillejos. En ella, «el propio general en jefe acudió a donde la lucha era más dura y no dudó en lanzarse a la carga, espada en mano, para socorrer a los hombres de Prim, lo que, una vez más, arrastró a sus hombres al grito de ¡viva la reina!». Y no fue la última vez, repitió en Uad-el- Jelú y en Tetuán. Isabel II le concedió por ello el ducado de igual nombre. La acción dio lugar a una fallida negociación de paz —por las altas aspiraciones de Madrid— y la guerra continuó hasta las victorias de Samsa y Wad-Ras. HACEDOR DE LA PAZ Fue entonces cuando, a instancias del propio O’Donnell que repetía como interlocutor hispano, el gobierno español rebajó unas condiciones que él moderaría aún más en aras de un acuerdo sólido con su oponente Muley el Abbás. Una vez más, fue firme y no se dejó vencer por los perjuicios que le pudieran llegar. De hecho, terminaría perdiendo la confianza de Isabel II. Tras esto, entregó el gobierno al general Narváez (1866) y se exilió en Biarritz. E. P. Martínez / Con información de F. Ramos Fotos: Museo del Ejército Noviembre 2017 Revista Española de Defensa 65


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