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REVISTA DE HISTORIA MILITAR 122

LA FUERZA DEL REINO. LAS POSIBILIDADES MILITARES… 111 parte la aristocracia no parecía mostrar un particular entusiasmo por la carrera de las armas, habida cuenta del gran número de plazas de oficial ocupadas por hidalgos y miembros de la baja nobleza. La presencia de extranjeros era alta entre los oficiales y particularmente en el generalato, donde llegaba al 25%, lo que suscitaría aceradas críticas en círculos poco propicios a la presencia de foráneos en la Administración y en el Ejército. La renuencia de la nobleza no se hacía extensiva a las guardias reales (Guardias de Corps, Guardias de Infantería españolas y valonas y Alabarderos), un cuerpo autónomo en el ejército que escapaba al control del secretario de Guerra. Sus oficiales, procedentes de la alta nobleza, se formaban a menudo en la Casa de Pajes, y tenían entre otros privilegios la concesión a cadetes y guardias del empleo de capitán y teniente al retirarse del servicio activo, así como la reserva de puestos de ambos empleos en los regimientos de caballería. Los capitanes de estos cuerpos tenían el grado de coroneles en el Ejército y los primeros ayudantes y tenientes el de teniente coronel, lo que llevaba a ascensos más rápidos y en mayor proporción al generalato y hacia destinos político-militares. A título de ejemplo, con un 10% de los efectivos sobre el total del Ejército, los ascendidos a general procedentes de las guardias reales supusieron el 68% de los 23 ascensos que se produjeron en 177027. El reclutamiento constituía sin duda uno de los principales problemas, que no pudo llegar a resolverse. El servicio militar era impopular y el gobierno, sensible a la resistencia a la recluta obligatoria, prefería recurrir a voluntarios y a extranjeros (de los regimientos de línea 3 eran irlandeses, 2 italianos y 4 flamencos, además de otros 4 nutridos con reclutas católicos de Suiza y 6 batallones de guardias valonas), en muchas ocasiones desertores de sus propios regimientos, lo que no contribuía precisamente a fomentar el reclutamiento voluntario, que desde la publicación de la Ordenanza de quintas de 1770 debería cubrir el 50% de las necesidades anuales (unos 6.000 soldados, de ellos la mitad de recluta forzosa y la otra mitad voluntarios). El sistema estaba lejos de ser equitativo y terminaría afectando principalmente a campesinos pobres de Castilla, León, Asturias, Galicia y Andalucía, dada la resistencia de las provincias vascas, Navarra y Cataluña a cubrir las cuotas asignadas. Las provincias afectadas eran precisamente las que ya estaban obligadas a prestar servicio en la milicia, cuerpo distinto del ejército regular formado por 33 regimientos con unos 23.000 soldados a tiempo parcial y mal entrenados. El sistema de reclutamiento, muy poco equitativo por las exenciones y fraudes, pasaría a ser el sorteo para cubrir la cuota provincial, 27  ANDÚJAR CASTILLO, F.: “La corte y los militares en el siglo XVIII”, en Estudis, nº 27 (2001), pp. 91-120. Revista de Historia Militar, 122 (2017), pp. 111-130. ISSN: 0482-5748


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