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REVISTA DE HISTORIA MILITAR 122

LA FUERZA DEL REINO. LAS POSIBILIDADES MILITARES… 121 secuencias no fueron más allá del ya indicado procesamiento y condena de algunos de sus responsables, puesto que Carlos III mantuvo en sus puestos tanto a Wall como a Arriaga, responsables últimos del fracaso. Paradójicamente, años después éste se achacaría a Esquilache, que no tuvo relación directa con las operaciones militares aunque sí con su sostenimiento, tarea en la que demostró una vez más sus buenas dotes de administrador, y con la puesta a disposición de los recursos económicos necesarios, que se llevó a cabo sin excesivos problemas por la buena situación de la tesorería. En 1762 España entraba en guerra con sus medios disponibles en tiempo de paz y unos preparativos insuficientes contra una Inglaterra plenamente movilizada. Este hecho no hacía sino agravar la diferencia existente entre ambas naciones, que ya de por sí no hacía vaticinar buenos resultados, a lo que había que añadir una Francia en total declive. El resultado no podía ser otro que el que fue -incluso pudo haber sido peor- al margen de que antes de la guerra se hubiesen introducido algunas de las mejoras y cambios que se propugnaron, y en algunos casos se aplicaron, en los años siguientes. En el caso del ejército resulta ilustrativa la campaña de Portugal, que supuso la mayor movilización de recursos militares en territorio español hasta la fecha tras cuatro meses de preparación antes de comenzar las operaciones. La orden de movilización se dio el 19 de diciembre de 1761, comunicándose tanto a los intendentes de las provincias y regiones donde las tropas se encontraban desplegadas como a Mendinueta, asentista principal para la provisión de grano al ejército. La campaña de Portugal requería el paso de un ejército de paz a uno de guerra. Durante la primera mitad de siglo el ejército se había empleado en numerosas ocasiones, sin que mediase más de una década entre sus intervenciones. En esta ocasión un periodo continuado de paz se prolongaba desde hacía más de catorce años, por lo que la totalidad de la tropa y la mayor parte de los mandos solo estaban habituados a las tareas rutinarias de instrucción y como mucho al mantenimiento del orden público en situaciones excepcionales. Aparentemente no había razones de fuerza mayor para mantener un ejército más numeroso, ni para tener el existente alistado y equipado para llevar a cabo a corto plazo operaciones de envergadura, ya que no existían amenazas que lo justificasen. España, situada en la periferia de Europa, tenía unas fronteras terrestres seguras, al contrario de lo que sucedía en la mayor parte del continente, particularmente en la Europa Central y Oriental, en tanto el peligro para las provincias litorales españolas del Mediterráneo que procedía del corso berberisco podía ser contrarrestado con efectivos reducidos. Esta situación debe tenerse en cuenta a la hora de valorar comparaciones como las que hacía Fernán Núñez, hechas suyas por Revista de Historia Militar, 122 (2017), pp. 121-130. ISSN: 0482-5748


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