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REVISTA DE HISTORIA MILITAR 122

150 RICARDO GONZÁLEZ CASTRILLO guerra tenga el carácter de justa. La misma brevedad muestra también otro manuscrito de la RBM que reúne una serie de recomendaciones a los oficiales del ejército y coloca, en primer lugar, la relativa a este aspecto cuando señala que se debe “proqurar que la gerra que yziere sea xusta para tomar buen principio”.53 Sin embargo, muchos fueron los escritores que se explayaron en tema tan interesante y algunos lo acometieron desde una perspectiva anterior, planteándose previamente la cuestión del origen de las guerras, que terminaban achacando al pecado. De este parecer es Fortún García de Ercilla, para quien “la causa toda del guerrear, como de toda nuestra miseria fue el pecado y offensa diuina… del cielo huuo origen la guerra y fue transferida en todas las gentes”.54 Análoga opinión sustenta Juan Núñez de Toledo, cuando escribe que “por los pecados esta muy claro vienen los males y nascen las guerras”.55 E igualmente Scarion de Pavía quien no duda de que “la causa inmediata sea la de tantos pecados, vicios y abominaciones graues que vniuersalmente por todo el mundo reinan”.56 Establecido así el origen de las guerras, la finalidad de las mismas es otra de las cuestiones que inquietaron al hombre del siglo XVI. Para García de Ercilla, “el fin y la causa de los que justamente guerrean es la paz”57 pensamiento que comparten también Bartolomé Scarion de Pavía, según el cual la guerra era el “medio eficaz para tener paz y quietud”,58 y Mosquera de Figueroa, quien escribe que “el fin por el cual se guerrea es la paz”,59 Y en cuanto al tema de su legitimidad, los tratadistas establecen una serie de condiciones para su justificación. Francisco Antonio exige, por ejemplo, cuatro requisitos: que la declare la autoridad competente, que exista una justa causa y una buena intención, y que además se haga de modo debido, es decir, que no se dañe a inocentes60. Pero en cualquier caso, como afirma Bernardino de Escalante, al soldado “no le toca examinar si la guerra es justa o injusta”,61 debía limitarse a combatir y servir a su Príncipe. 53  De la orden que a de mandar su magestad aplicadas en su serbizio y de nuestro señor en la gerra en su exercito y el xeneral obligado a obedezellas y ordenallas açiendo lo que debe al serbizio de Dios y de su magestad. RBM, ms. II-1393, f. 90r. 54  Tratado de la guerra y el duelo. BNE, ms. 943, f. 3r-v. 55  Tratado sobre la guerra de Francia. Estanislao Polono, Alcalá de Henares, 1504, f. a4u. 56  Doctrina militar. Pedro Crasbeeck, Lisboa, 1598, f. 5r. 57  Tratado de la guerra y el duelo. BNE, ms. 943, f. 6v. 58  Doctrina militar. Pedro Crasbeeck, Lisboa, 1598, f. 4r. 59  Comentario en breve compendio de Disciplina militar. Luis Sánchez, Madrid, 1596, f. 91r. 60  Avisos para soldados y gentes de guerra. Rutger Velpen, Bruselas, 1597, págs. 8-21. Vid. también PEDROSA, Francisco de: Arte y suplimento Re militar. Juan Sultzbach, Nápoles, 1541, ff. 73v y ss. ORTIZ DE PEDROSA, Andrés: Perfecto General y opiniones militares. RBM, ms. 811, f. 1. POSSEVINO, Antonio: El soldado christiano. BNE, ms. 10527, ff. 8 y ss. 61  Diálogos del Arte Militar. Rutger Velpen, Bruselas, 1595, f. 22v. Revista de Historia Militar, 122 (2017), pp. 150-154. ISSN: 0482-5748


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