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242 JOSÉ MANUEL SEVILLA LÓPEZ a John F. Patterson que le expresó su pesar al permitir que su nombre se utilizara en la venta. La transacción fue claramente un fraude, no sólo porque Patterson no era el verdadero dueño, sino también porque no se pagaron nunca las garantías en el buque como la ley lo exigía. El Capitán Sheppherd reveló cómo los propietarios cubanos llegaron a bordo inmediatamente de la partida del buque de Nueva York y de su posterior participación en las revoluciones tanto en Venezuela como en Cuba.92 Francis Bowen, que había capitaneado el Virginius en 1872, fue quien declaró después de Sheppherd. Bowen admitió que le ofrecieron 5.000 dólares y el mando de un corsario cubano si llevaba una expedición a Cuba. No había bandera norteamericana a bordo del barco, según Bowen.93 El capitán Charles Smith, sucesor de Bowen, dijo al tribunal que trató de averiguar con los insurgentes la supuesta posesión de Patterson. Los insurgentes, según Smith, sólo se reían del tema diciendo: “Patterson había obtenido su precio, no queremos tener nada más que ver con él”.94 El testimonio de Bowen y Smith demostró la complicidad entre los cónsules estadounidenses con el Virginius. El cónsul de Aspinwall simpatizaba con los insurgentes y sabía la condición de Virginius, pero había pedido a la US Navy que lo salvara del buque de guerra español Pizarro. Otro cónsul se quejó a Smith: “El Virginius no es asunto de mi protección, pero no puedo evitar protegerlo, no sé qué hacer. Cuando un militar estadounidense llegue al puerto”, Smith dijo que el cónsul “trataría de echarle el Virginius”.95 Finalmente, un médico, Adolfo de Varona, que ejercía en Brooklyn, cerró el caso contra la propiedad de Patterson. Tres años antes, admitió Varona, actuando como un agente de los insurgentes, dio el dinero para comprar el Virginius a J. K. Roberts. Patterson estaba presente cuando el dinero se entregó.96 Incluso antes de que terminaran las audiencias, el abogado Bliss escribió a Fish que Patterson estaba “muy asustado” y, si el gobierno lo deseaba, daría una declaración sobre su conexión con el barco, aunque podría ser necesario concederle libertad de procesamiento. También Ramón Quesada 92  Foreign Relations, 1874. Págs. 1009-12. Como el Capitán Fry, Shepperd había sido graduado en la U.S. Naval Academy, y como había entrado al servicio de los Confederados, no podía encontrar trabajo después de la guerra. 93  Foreign Relations, 1874. Págs. 1013-14. Bliss en una carta a Fish, denunció a Bowen como un traficante de esclavos y participante en el tráfico de chinos (“coolies trade”). 94  Foreign Relations, 1874. Pág. 1026. 95  Foreign Relations, 1874. Págs. 1016 y 1021. 96  Foreign Relations, 1874. Pág. 1048. Revista de Historia Militar, 122 (2017), pp. 242-248. ISSN: 0482-5748


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