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internacional En sus seis décadas de existencia, los más importantes científicos del mundo occidental han integrado el Comité ESTABILIDAD Y DESARROLLO En este periodo, la OTAN patrocinó proyectos innovadores en la realización de maniobras respetando el medio ambiente o instrumentos de uso civil para registrar los niveles de contaminación en el aire y el mar. En enero de 1978 —con la década de los 80 asomándose y trayendo ya consigo el olor a Perestroika y distensión— el Comité Científico celebra su 20 aniversario y ofrece al Consejo Atlántico un repaso a su actividad en cifras: en esas dos décadas había financiado 1.500 proyectos, editado 650 libros de investigación y publicado 2.000 artículos en las más prestigiosas revistas científicas; algo más de 60.0000 investigadores habían asistido a los Institutos de Estudios Avanzados y cerca de 12.000 se habían beneficiado de las Becas Científicas de la OTAN. Pero además, en el comunicado que resumía estas dos décadas, el Comité —dirigido entonces por el ingeniero mecánico turco Nimet Özas— apostó ya por una diversificación de sus programas y de su esencia misma al reivindicar una «Ciencia para la Estabilidad» y, una vez más, incidió en que el conocimiento podría actuar como promotor de un cierto acercamiento entre bloques. Durante la Cumbre de la OTAN celebrada en Londres en julio de 1990, el Consejo Atlántico —liderado por algunos de los grandes protagonistas de la historia moderna, como George Bush padre, Margaret Thatcher, François Mitterrand o Giulio Andreotti— propuso una nueva relación de cooperación con los otrora enemigos y apostó por tender a los países del Este «una mano» y ofrecerles como prueba de amistad sus conocimientos y avances científicos. El español Javier Solana (designado secretario general de la OTAN en 1995 y, además de político consagrado, doctor en Ciencias Físicas) fue pieza clave en este giro de tuerca del Comité: no solo le otorgó un papel de gran protagonista para la aproximación hacia Rusia en un escenario especialmente tenso con la guerra de los Balcanes de fondo, sino que además afianzó su faceta formativa para ayudar a los países centroeuropeos que ya entonces empezaban su camino de integración en la Alianza. El Comité Científico cambió su nombre por el de Comité de Ciencia para la Estabilidad y la Asociación para la Paz y se crearon subcomités específicos para la investigación colaborativa. El 6 de diciembre de 1995, los ministros de Exteriores establecieron formalmente un Plan para el Diálogo, la Asociación y la Cooperación con asignaciones para financiar Sesión inaugural del Comité Científico de la OTAN, celebrada el 29 de marzo de 1958 y con Normal F. Ramsey, premio Nobel de Física, como primer director. proyectos de investigación en la Europa Oriental: desde entonces, cada año alrededor de 1.300 científicos han conseguido una beca de la Alianza. Poco después, el 1 de enero de 1998, el Comité Científico se abrió formalmente a los miembros del Consejo de Asociación Euroatlántico y del Diálogo Mediterráneo. Posteriormente también a los de la Iniciativa de Cooperación de Estambul. En junio de 2003, el nuevo Comité y sus programas se transfieren a la recién creada la División de Diplomacia Pública (PDD) y en enero de 2004 se pone en marcha el Programa para la Seguridad a través de la Ciencia, que representa un punto de inflexión al reorientar definitivamente el sentido de la ciencia como un mecanismo para la paz y la estabilidad y no para la carrera armamentística. En octubre de 2006 se perpetúa su nueva razón de ser y se establece el actual Programa de la Ciencia para la Paz y la Seguridad (SPS) tras la fusión de los dos Comités anteriores (el Científico y el de los Retos de la Sociedad Moderna). Los atentados del 11 de septiembre llevaron a una nueva actualización del sentido de la ciencia. El Programa para la Paz y la Seguridad se integró como parte de la nueva División de Desafíos Emergentes de Seguridad de la OTAN y comenzó a priorizar amenazas como ciberdefensa, terrorismo, seguridad energética o defensa NBQR. Durante dos décadas Rusia fue el principal beneficiario del patrocinio del SPS, pero la anexión de Crimea en 2014 llevó a la suspensión de la colaboración con los científicos rusos. Al mismo tiempo, el programa intensificó su trabajo con Ucrania que, en este momento, es su principal beneficiario junto a países como Irak, Jordania, Túnez o Egipto. Rosa Ruiz Fotos: OTAN Septiembre 2018 Revista Española de Defensa 55


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