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A N Á L I S I S ¿Por qué es importante la ética militar? Juan A. Moliner González General de división (reserva) Subdirector del Instituto Universitario Gutiérrez Mellado ESTA época demanda y hace muy necesarios las conductas y compromisos éticos. En los comienzos de este siglo de la globalización los comportamientos en los miembros de las Fuerzas Armadas, que siempre han tenido referencias, principios y valores morales, deben sustentarse no solo en documentos de valor declarativo sino en unos sistemas de capacitación eficaces en el conocimiento y la interiorización de la ética militar. La reflexión filosófica que caracteriza a la ética indaga en lo que es bueno o virtuoso, pero también en su opuesto: el mal y la maldad. Y entre los fenómenos humanos caracterizados como un mal hay que reconocer el de la guerra, consideración que tiene casi unánime aceptación en todas las épocas y en todos los pueblos. La ética hoy en día no es lo mismo que la moral. Como dice Victoria Camps «Lo que los filósofos hacen cuando se preguntan por problemas relativos al bien, al deber, a la virtud o al vicio es ética, y no moral, aunque es cierto que luego la mayoría de los textos filosóficos no se atienen a esa diferencia y utilizan ética y moral en el mismo sentido» (Breve historia de la ética, 2013, RBA, p. 10). Contribuye a aclarar esta distinción Adela Cortina cuando remarca: «No es lo mismo moral que derecho. A la moral le preocupan también los máximos, no solo los mínimos normativos; le preocupan también los valores en los que merece la pena empeñar la vida» (Ética de mínimos, 2012, Tecnos, p. 189). Otro importante contraste que conviene reseñar es que la ética y el derecho son conceptos distintos y en relación con la guerra esa diferencia alcanza mayor trascendencia. Aunque desde algunas posiciones se critica la validez universal de los Derechos Humanos, no me cabe duda de que el desarrollo moral de la humanidad ha producido, con gran esfuerzo y no sin imperfecciones, unos derechos básicos aplicables a todo ser humano. Aunque se le critique su origen «occidental» y, en consecuencia, valor relativo para otras culturas, tienen una evidente aspiración de universalidad. Esos derechos humanos, puntualiza Elías Díaz, «antes de ser reconocidos por el derecho positivo, o aunque este no los reconozca, constituyen realidades e instancias que desde el punto de vista ético son mucho más radicalmente decisivas que las declaradas facultades o potestades de carácter estrictamente jurídico» (La filosofía hoy, Crítica, p. 314). Así, esos derechos humanos constituyen la base más sólida del Derecho Internacional Humanitario, junto al principio de humanidad y la costumbre derivada de los usos de la guerra a lo largo del tiempo. Por tanto, el derecho positivo consagrado en el Derecho Internacional Humanitario se apoya en concepciones y exigencias éticas que se hacen operativas cuando el derecho las reconoce. Pero aunque algunos de esos imperativos éticos no sean reconocidos positivamente por el derecho, no por ello dejan de tener valor para el ser humano, especialmente a la hora de evitar la barbarie y la violencia incontrolada a la que puede conducir la guerra. Esos principios éticos de la guerra, además de los recogidos por el derecho, constituyen la base del argumento de la diferencia entre ética y derecho, de la diferencia entre legalidad y legitimidad. La deseable concordancia y coherencia entre ellas no exime, particularmente a los que viven en sociedades que promueven la defensa y ampliación de los derechos humanos y tienen depositado el uso legal y legítimo de la violencia, de respetar las normas jurídicas y de subordinar sus acciones a las reglas éticas en el uso de la fuerza letal que es en esencia la fuerza militar. Esa distinción es importante para los militares, por un lado dado el esencial papel que el Derecho Internacional Humanitario ejerce 30 Revista Española de Defensa Septiembre 2018


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