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química a la hora de mantener la orientación y la altitud de los satélites de comunicaciones, lo que ha permitido ahorrar peso, gracias a su eficacia, y prolongar así la vida útil de los vehículos. Pero la mayoría de satélites, que deben operar en órbitas geoestacionarias, aún deben llevar pesados cohetes químicos para alcanzar su posición definitiva, ya que sus lanzadores suelen dejarlos en órbitas elípticas provisionales de transferencia. El programa Electra, sin embargo, quiere desarrollar un sistema de propulsión eléctrica que pueda utilizarse también para circularizar dicha trayectoria, evitando completamente la presencia de motores químicos a bordo. Así, un satélite que suele verse situado con un apogeo de unos 36 000 km tras el lanzamiento, pero con un perigeo de unos 800 km o poco más, está obligado a usar un motor químico adicional de apogeo para convertir a dicha trayectoria en circular. Pero si se utilizara un sistema de propulsión eléctrico apropiado, gracias a su rendimiento, podría reducirse notablemente el peso total del satélite o aumentar la carga útil de forma proporcional. La ESA ya tiene experiencia en este tipo de tecnología. El satélite experimental Artemis utilizó impulsores eléctricos para esta tarea, cuando su lanzamiento falló parcialmente e impidió su ascenso hasta la órbita de trasferencia geoestacionaria prevista. Usando su sistema eléctrico, Artemis demostró que se podía llevar a un vehículo hasta su posición geoestacionaria definitiva ahorrando un noventa por ciento de combustible. Ahora, Electra quiere trasladar ese potencial a satélites de comunicaciones de tamaño medio, manteniendo su masa lo bastante baja como para que puedan ser lanzados en cohetes más pequeños y por tanto más baratos. Así pues, la misión Electra, impulsada por la ESA y su socio industrial y comercial, dará forma a una plataforma (basada en SmallGEO) que incorpore de serie un sistema de propulsión eléctrica para maniobras de cambio orbital. El satélite demostrará que puede gestionar las necesidades eléctricas de su carga de comunicaciones, alimentando al mismo tiempo a dicho sistema de propulsión. Dicha demostración práctica proporcionará la confianza necesaria para que el mercado pueda aceptar esta plataforma y decida contratar su construcción. QUANTUM En la actualidad, los constructores de satélites de comunicaciones ofrecen una plataforma más o menos estándar, que el cliente puede configurar a su gusto en base a sus necesidades. El resultado es un satélite único, habitualmente distinto a los anteriores y a los que vendrán después, tan específico para la tarea para la cual fue encargado que difícilmente podrá efectuar otras misiones demasiado distintas a la original. Características como la cobertura, la potencia disponible o las frecuencias utilizadas suelen estar predefinidas desde antes del lanzamiento. La ESA cree que en el futuro los satélites de comunicaciones se construirán de forma diferente. Para demostrarlo, y con la cooperación del consorcio Eutelsat, se pondrá en órbita una misión llamada Quantum, que tratará de cambiar este paradigma. Abandonando el concepto de las cargas útiles diseñadas específicamente para el cliente, este vehículo podrá ser reconfigurado una vez en órbita, permitiendo así adaptarlo a las cambiantes demandas de rendimiento o de cobertura geográfica. Aunque esté ya en el espacio, la carga de comunicaciones del Quantum no será inamovible, sino que podrá adaptarse mucho mejor a lo que las circunstancias requieran, y ello las veces que sea necesario. El programa Quantum, desarrollado en la industria europea por Airbus, dará la posibilidad a Eutelsat, su futuro operador, de reaccionar ante las oportunidades de negocio que surjan en el futuro, adaptando a su satélite para que pueda satisfacerlas de manera conveniente. En otras palabras, el satélite tendrá unos recursos disponibles, y estos podrán en lo sucesivo ser asignados con la máxima rentabilidad en función de las solicitudes de servicios que se reciban en cada instante. La parte más importante a bordo será el potente software que gobernará el satélite. Este software se ocupará de asegurar que los recursos del vehículo siempre se estén empleando de la forma más eficiente posible. Y para ello, tras recibir las órdenes de uso, reconfigurará en base a estas los servicios disponibles con la frecuencia requerida. La misión Quantum tendrá, como se ha dicho, a Airbus (Reino Unido) como contratista principal. La plataforma básica (GMP-TL), sin embargo, la proporcionará la empresa, también británica, SSTL. En el proyecto participarán asimismo las unidades Airbus de otros países, incluida España (donde se construirán las antenas), y otras compañías aeroespaciales. REVISTA DE AERONÁUTICA Y ASTRONÁUTICA / Julio-Agosto 2019 619


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