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cie y la confirmación de la capacidad resolutiva de la aviación para decidir la guerra. Tras un período de calma, posterior a la guerra originada por la creación del estado de Israel, en el que árabes e israelíes aprovecharon para modernizar sus fuerzas armadas, a principios de 1967, tras una serie de incidentes entre Israel y sus vecinos, la situación volvió a empeorar. Egipto tomó algunas iniciativas graves e Israel respondió inmediatamente con la movilización general, listo para combatir una guerra muy corta. En el bando contrario, casi un millón de soldados árabes (egipcios, sirios, iraquíes y jordanos) bien equipados, 700 aviones de combate y más de 2000 carros de combate se concentraron en las fronteras de Israel para atacar por todas partes. Así las cosas, el 5 de junio de 1967 los israelíes desencadenaron el ataque aprovechando la sorpresa y buscando la conquista de la superioridad aérea local que le aseguraría, en la práctica, alcanzar todos los demás objetivos. Sus planes preveían el ataque contra los aeródromos adversarios y la destrucción de todos los aviones militares en el suelo; la condición especial Poder Aeroespacial 579 sine qua non era la sorpresa y la parálisis de los sistemas de comunicación y vigilancia enemigos. Las bases egipcias, a lo largo del Canal de Suez, fueron todas atacadas y sus pistas quedaron inservibles. La aviación egipcia había dejado de existir prácticamente. Después, una tras otra, fueron anuladas, en brevísimo tiempo, la fuerza aérea jordana, la iraquí y la siria. En menos de dos días, la fuerza aérea israelí había realizado casi 1.100 misiones con pocos aviones; muchos pilotos habían realizado entre 8 y 10 vuelos diarios. La explicación de estos impresionantes resultados hay que buscarla en un perfecto planeamiento, en las contramedidas electrónicas y en la perturbación y engaño de las comunicaciones. Los radares egipcios más lejanos de los israelíes habían sido atacados e inutilizados y los que estaban dentro del alcance de los equipos de guerra electrónica fueron cegados con perturbación electrónica. Además, durante y después del ataque, un cierto número de operadores israelíes (perfectos conocedores del árabe) dieron órdenes equivocadas, anularon las correctas, crearon confusión e impidieron el uso de la radio a los mandos egipcios. De este conflicto podemos extraer las siguientes conclusiones: - Se confirma la capacidad resolutiva del poder aéreo para decidir el resultado de los conflictos. - El dominio del aire es ineludible para llevar a cabo operaciones de superficie. - El máximo beneficio de las capacidades del poder aéreo se obtiene llevando la iniciativa, en una guerra "dinámica" que impida o dificulte la toma de decisiones del adversario. - Se demuestra la ventaja de tener capacidad de llevar a cabo ataques de tipo paralelo, simultáneo o masivo que dificulte la reacción del adversario y logre, de forma óptima, su paralización. GUERRA DEL YOM KIPPUR La guerra del Yom Kippur (1973) puso de manifiesto la necesidad de poseer una adecuada inteligencia sobre el adversario que permita alcanzar el dominio del aire, en presencia de sofisticados sistemas de defensa antiaérea. El 6 de octubre de 1973, día sagrado de la expia-ción o Yom Kippur, mientras casi todo el pueblo de Israel estaba dedicado a la oración y todas las actividades y comunicaciones habían sido interrumpidas, los árabes desencadenaron inesperadamente una ofensiva violenta. Inmediatamente después, comenzó la perturbación electrónica de las comunicaciones radio israelíes que hizo imposible el in-tercambio de órdenes en todo el campo de batalla. Así mismo, algunas estaciones de radio y radar israelíes, a lo largo del Canal, fu-eron destruidas por grupos especiales de El F-4 entró en combate en Vietnam en agosto de 1964.


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