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internacional El acuerdo entre las principales facciones enfrentadas en Libia suscrito en Berlín y auspiciado por la UE y la ONU pone la primera piedra en el proceso de pacificación del país Una puerta a LA ESPERANZA CONSEGUIR la paz en Libia. Un país resquebrajado en el que las katibas o milicias son las verdaderas fuerzas que controlan el territorio, y el petróleo, el maná que todos quieren obtener. Pero los seis millones de libios se merecen que la comunidad internacional no decaiga en sus esfuerzos por intentar que, al menos, las facciones depongan sus armas y se sienten en una mesa para buscar una salida a esta espiral de horror. Y también que se detengan las injerencias y juegos de poder en el polvorín libio. El pasado 19 de enero se dio un importante paso en la Conferencia de Berlín: los representantes de la dos principales fuerzas enfrentadas —el Gobierno de Acuerdo Nacional (GAN) y el Ejército Nacional Libio (ENL)— se mostraron receptivos a «cesar todos los movimientos militares » y proceder «a la desmovilización y el desarme de los grupos armados». El acuerdo de la capital alemana, que contó con el beneplácito y la colaboración de la Unión Europea y las Naciones Unidas, implica también que todos los firmantes —fue suscrito por un total de 16 actores internacionales— dejen de suministrar apoyo militar a alguna de las partes y respeten el embargo de armas impuesto por las Naciones Unidas desde 2011. Nadie duda de que queda un camino largo y tortuoso, pero nunca antes desde la caída del régimen de Gadafi se había conseguido lo que se logró en Berlín. La Conferencia contó con la participación del secretario general de la ONU, Antonio Guterres y su enviado especial para Libia, Ghassam Salamé; los presidentes del Consejo y de la Comisión Europea, Charles Michel y Ursula von der Leyen; el Alto Representante de la Unión Europea para la Política Exterior y de Seguridad, Josep Borrell; y los presidentes de Rusia, Vladimir Putin; Turquía, Recep Tayip Erdogan; Reino Unido, Boris Johnson; Francia, Emmanuel Macron; Italia, Guiseppe Conte; el secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo; y altos representantes de la Unión Africana y la Liga Árabe. Acudieron también altos cargos de Argelia, China, Egipto, la República del Congo y Emiratos Árabes Unidos. Es cierto que los máximos representantes de las dos facciones en lucha, el presidente respaldado por la ONU, Fayez al Sarraj, y el mariscal Jalifa Hafter, no participaron propiamente en la Conferencia, pero viajaron a la ciudad germana, mantuvieron sendas reuniones bilaterales con la anfitriona, la canciller Angela Merkel, y supieron de lo acordado a través de sus representantes. La extraordinaria alineación de esta cita da una idea de la urgencia y la gravedad de la situación sobre el terreno, con el rápido avance durante el mes abril del pasado año de las fuerzas de Hafter desde su bastión en el este hacia la capital, Trípoli —y sede del Gobierno de Acuerdo Nacional—, donde en este momento se libran los principales El acuerdo de Berlín incluye la aplicación del embargo de armas decretado por la ONU Febrero 2020 Revista Española de Defensa 49


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