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A N Á L I S I S I N T E R N A C I O N A L EL ESPACIO EXTERIOR como ámbito estratégico Coronel José Luis Calvo Albero CDirector de la División de Estudios y Coordinación de Seguridad y Defensa UANDO en octubre de 1957 la Unión Soviética anunció que había colocado en órbita un satélite artificial, el suceso provocó una enorme conmoción en el resto del mundo. Todas las potencias de la época eran conscientes de que el control del espacio proporcionaría una ventaja estratégica decisiva. Las capacidades de observación, telecomunicaciones y ataque nuclear desarrolladas por ingenios situados en órbita eran prácticamente imposibles de neutralizar, y dotaban a quienes fuesen capaces de desplegarlos de una situación de superioridad incontestable. El lanzamiento del Sputnik 1 provocó una competición estratégica por situar satélites en el espacio que llevó a que, apenas tres años más tarde, hubiese ya más de cien de ellos operativos. Hoy en día, el espacio ultraterrestre se considera un ámbito más de las operaciones militares. Estados Unidos ha reforzado esta idea con la creación de una Fuerza Espacial, concebida como un servicio independiente dentro sus fuerzas armadas. En todo caso, la competición estratégica en el espacio es ya una realidad, impulsada por dos motivos principales. El progreso tecnológico está abriendo una nueva era en el uso del espacio El más conocido es el desarrollo de sistemas antisatélite (ASAT) por parte de diversas potencias, que aumenta la posibilidad de confrontación en ese ámbito. Otro motivo es que el progreso tecnológico está abriendo una nueva era en la que el uso del espacio se vislumbra desde una perspectiva de exploración, búsqueda de recursos, e incluso instalación de nuevos hábitats humanos más allá de la Tierra. CONDICIONANTES ESTRATÉGICOS EN EL ESPACIO La característica principal del espacio exterior es que se trata de un espacio físico sin límites, potencialmente infinito. Las implicaciones estratégicas de esta realidad son de tal magnitud que con frecuencia los expertos prefieren dejarlas para el futuro, centrando la estrategia espacial en el mucho más limitado ámbito de lo que se denomina espacio circumterrestre. Una segunda característica es que el espacio exterior resulta extremadamente hostil para el ser humano, y situar en él naves tripuladas exige unos sistemas de soporte vital extremadamente complejos y costosos. Es, sin embargo, un ámbito perfectamente abordable por máquinas. La robótica y la inteligencia artificial tienen en la exploración espacial uno de sus campos más prometedores, ahorrando el inmenso coste y riesgo que supone el envío de tripulaciones humanas. Una tercera característica del espacio exterior es que resulta muy caro acceder a él. Los combustibles fósiles que la Humanidad ha utilizado como fuente de energía principal desde la Segunda Revolución Industrial no resultan especialmente adecuados para vencer la gravedad terrestre. Colocar un kilo de carga útil en órbita costaba unos 18.000 dólares hace veinte años, y hoy en día, pese a una dramática reducción de costes, los cohetes reutilizables Falcon 9 de la empresa Space X no han podido bajar todavía de los 2.500 dólares por kilogramo. Aparte del coste directo en cada lanzamiento, situar objetos en órbita requiere una avanzada tecnología en el desarrollo de cohetes propulsores, y cuantiosas inversiones en infraestructuras como centros de lanzamiento y seguimiento. Pocos países han logrado una autonomía completa en el desarrollo de un programa espacial, y aún estos han tratado de reducir los enormes costes uniéndose a proyectos 54 Revista Española de Defensa Febrero 2020


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