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REVISTA IEEE 8

114 Revista del Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE) Núm. 8 / 2016 La primera de estas tres opciones, a su vez, es posible desarrollarla empleando fuer-zas convencionales regulares o bien medios irregulares (insurrección, guerrilla, ter-rorismo…). El empleo de fuerzas militares convencionales implica la capacidad de mantener un nivel de fuerzas capaces de enfrentarse al adversario y evitar una rápida victoria, generando un conflicto largo y costoso (si estas fuerzas fueran capaces de der-rotar al agresor, no se trataría de «disuasión por castigo», sino de «disuasión por nega-ción »). En cualquier caso, el enfrentamiento entre un adversario más débil y otro más poderoso implica casi siempre que el débil intercambia territorio por tiempo, es decir, prolonga el conflicto a cambio de ceder territorio mediante operaciones defensivas; esta situación perjudica a aquellos Estados relativamente pequeños, y compromete su base económica en caso de perder determinadas áreas industrialmente significativas42. La amenaza de una insurgencia puede ser una medida disuasoria muy efectiva (es-pecialmente frente a Occidente, tras la experiencia de Iraq y Afganistán), pero presenta problemas de credibilidad: el adversario siempre puede suponer que va a conseguir apoyos internos en el país agredido, que cuenta con los medios suficientes para doble-gar la posible insurgencia43 o que, especialmente en el caso de países relativamente ri-cos, la población local no va a querer sufrir los rigores inherentes a ese tipo de conflic-to44. En cualquier caso, este tipo de disuasión funciona únicamente si los objetivos del posible agresor incluyen una invasión, que es un caso muy extremo en las relaciones entre Estados. La «disuasión asimétrica» rara vez será capaz de alcanzar resultados decisivos, excep-to en casos aislados. Un ejemplo (exitoso) de este tipo de disuasión sería el de Corea del Norte: el riesgo de una implosión del régimen que provoque el caos en el país, ge-nerando una emigración masiva y descontrolada hacia China y Corea del Sur45, puede ser un factor disuasorio más eficaz que ningún cálculo militar frente a las presiones chinas o surcoreanas sobre el régimen de Kim-Jong-Un. La última de las opciones descritas –el desarrollo de la capacidad militar suficiente como para infligir a cualquier posible agresor un nivel de daño inasumible– es aquella en la que el armamento nuclear tiene un papel más destacado. No obstante, las cre-cientes capacidades del armamento convencional dotado de medios de guía de preci-sión han llevado a algunos estudiosos a pensar que, actualmente, existe la posibilidad de alcanzar un nivel de disuasión similar al que otorgan las armas nucleares empleando medios convencionales46. Sin embargo, en la actualidad, esta capacidad solo estaría al 42  GOLDSTEIN: op. cit., p. 37. 43  Ibídem, p. 36. 44  LUTTWAK, Edward N. Strategy: The Logic of War and Peace. Harvard Univ. Press. Cambridge 1987, pp. 131-140. 45  PLANT, Thomas y RHODE, Ben. «China, North Korea and the Spread of Nuclear Weapons». Revista Survival, vol. 55, n.º 2, pp. 61-80, p. 62. 46  WOOLF, Amy F. Conventional Prompt Global Strike and Long-Range Ballistic Missiles: Background and Issues. Congressional Research Service, CRS Report for Congress. Biblioteca del Congreso. Washington, 6 de http://revista.ieee.es/index.php/ieee


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