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REVISTA DE SANIDAD FAS OCT DIC 2016

254  Sanid. mil. 2016; 72 (4) Editorial barberos que desplegaban con nuestros conquistadores o los Ter-cios de Flandes. Podemos remontarnos al siglo XX, simplemente recordando que entre 1966 y 1971 más de 50 médicos y sanitarios españoles prestaron asistencia médica en Vietnam, en el marco del conflicto que asolaba a este país del sudeste asiático, prestando ayuda a civiles, militares, survietnamitas y guerrilleros comunistas del Vietcong y también estadounidenses, en un viejo hospital de Gò-Công, en el delta del Mekong, a 45 kilómetros de la entonces conocida como Saigón. España no participaba oficialmente en el conflicto, ni tenía un protagonismo especial en las posibles nego-ciaciones políticas o diplomáticas para su resolución pero utilizó un servicio al alcance de su mano para estar presente en el marco de las relaciones internacionales: la Sanidad Militar. Un claro ejemplo de diplomacia médica. Después de esta experiencia, en la última década del pasado siglo la crisis de los Balcanes fueron testigos de una intensa acti-vidad diplomática española, destacando el despliegue de contin-gentes militares en Bosnia, en el marco de UNPROFOR, IFOR, SFOR, KFOR, en los que en Mostar o Istok se atendieron a miles de pacientes civiles en nuestras instalaciones sanitarias. Lo mismo ocurrió en Afganistán, a partir de 2001, Iraq en 2003y 2004, Líbano desde 2006, Djibouti a partir de 2008, Gabón, Senegal o Malí, más recientemente. Con los medios disponibles en el terreno, muchas veces limitados pero suplidos con serenidad, sacrificio, esfuerzo, buena voluntad, experiencia y cariño nuestros médicos y sanitarios, apoyados desde territorio nacional a través de un avanzado servicio de telemedicina han podido aliviar a miles de hombres, mujeres, ni-ños y niñas, de todas las edades mediante consultas, tratamientos, intervenciones o, con la colaboración de donantes altruistas, me-diante la distribución de medicamentos y material médico y sani-tario. Además de esto cuando por circunstancias humanitarias no ha sido posible atender al paciente en zona de operaciones se han arbitrado procedimientos para atenderlos en España, evacuándolos desde zona en medios militares para ser atendidos tanto en nuestros hospitales militares como en hospitales civiles en colaboración con organizaciones no gubernamentales y gubernamentales. No vamos a dar nombres, pero hemos atendido desde niños quemados hasta mujeres maltratadas, y eso se ha hecho gracias a la actividad ince-sante de la Sanidad Militar, aplicada como servicio en el marco de las relaciones internacionales: diplomacia. Estas actividades realizadas en el ámbito de la cooperación cí-vico- militar, esto es en el marco de un planeamiento detallado, en muchos casos, se han realizado, también, fuera del horario de traba-jo, en el tiempo libre y dedicando, en ambos casos, un gran esfuerzo tanto en recursos humanos como materiales. Podemos señalar que todas ellas han hecho, en los últimos 25 años una gran contribución a la difusión de la Marca España, una política de Estado, cuya efi-cacia reside en el largo plazo cuyo objetivo es mejorar la imagen de nuestro país, tanto en el interior como más allá de nuestras fronte-ras. Y esto es diplomacia. Diplomacia médica. Joseph Nye, Jr., en 1990, definía el soft power como “achieving desirable influence through attraction and cooperation”, es decir como aquellas acciones que, mediante la atracción y la cooperación, per-mitían lograr determinados efectos de influencia. Es aquí, en este campo, donde la diplomacia, a través del “lenguaje” diplomático debe lograr los efectos que se pretenden en el marco de las relacio-nes internacionales. Y la diplomacia médica puede contribuir a re-llenar lagunas en algunos campos de la cooperación y participar del poder de atracción. Podemos entender la diplomacia médica como una forma de las relaciones diplomáticas que pretende patrocinar relaciones favorables entre naciones, proporcionando servicios de salud y apoyos médicos. La diplomacia puede reducir tensiones en-tre naciones pero, además, puede contribuir a difundir una imagen de marca, y, en este caso, una diplomacia “caritativa”, como puede entenderse la diplomacia médica ejercida por la Sanidad Militar es-pañola, en la mejor acepción de este término, contribuye, notable-mente, a la Marca España. No queremos finalizar este editorial sin hablar de los acuerdos bilaterales en la materia que permiten, fuera del ámbito de las ope-raciones militares, llevar a cabo actividades como las que se pre-sentan en esta revista. El intercambio de alumnos, las conferencias y seminarios dentro y fuera de España, la donación de materiales y recursos, la atención a pacientes a través de estas actividades de cooperación son otra muestra de la intensa actividad diplomática de la Sanidad Militar, una de las partes importantes de la diploma-cia de defensa, a pesar de que el Plan de Diplomacia de Defensa mencionado anteriormente no la incluya de manera explícita, por lo que, con este apunte editorial, queremos reclamar que implícita-mente ese plan, u otros que de forma concreta y explícita puedan venir en el futuro, contemplen la diplomacia médica como uno más de los instrumentos de la diplomacia de defensa y, por tanto, de la diplomacia y de la acción exterior del Estado. Dionisio Urteaga Todó Coronel de Infantería Jefe J-9 Mando de Operaciones Estado Mayor de la Defensa Base de Retamares


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