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Personaje Ilustre MEMORIAL ARTILLERíA, nº 174/2 - Diciembre de 2018 de En cuanto al Torico mismo, José Carrasco en sus memorias11 cuenta “vimos el pedes-tal del Torico que seguía haciendo esfuerzos de no caer gracias a los puntales de madera que le habían colocado. De todos modos nos causó asombro y alegría el ver al torico en su cúspide,…”, esto ocurría en la mañana del día 8 de enero de 1938, una vez conquista-do el seminario por las fuerzas republicanas, último reducto donde combatió el artillero Carrasco. Y, según el testimonio directo del capitán Lloréns: Alférez Eugenio Azcárraga fue quien retiró de la plaza de Teruel, el famoso torico, símbo-lo de la ciudad, que escondió para evitar su destrucción. Definitivamente el Torico acabó ileso, ex-cepción hecha de un impacto directo que tie-ne en su base sobre una orientación norte. Afortunadamente, esta pequeña estatua sigue presidiendo cada julio desde su alta tribuna las fiestas del Ángel en Teruel. Nos centramos ahora en la copla “En el cielo manda Dios, en la tierra los cristianos, y en el frente de Corbalán, los cojones de Ati-lano” hemos consultado al experto en can-ciones de la Guerra Civil Sr. D. Antonio Lillo Parra destinado en el Instituto de Historia y Cultura Militar (IHCM), se inclina a pensar que es una leyenda sin fundamento ya que en el flamenco hay cientos de bulerías con el inicio de esa letra fundamentalmente inter-pretada por los gitanos. Vemos, pues, que no hay coplas que a modo de canción épica ensalce las hazañas de Atila-no y que los impactos sobre la fuente del Torico fueron realizados de forma fortuita, en defini-tiva, los adornos con los que se engalana la le-yenda no existieron, la leyenda solo es leyenda. Sin embargo, los hechos históricos alrededor de la leyenda sí que se vivieron, solo hace fal-ta acercarse a las memorias de algunos de los que allí combatieron para confirmarlo. Así, podemos leer en el libro12 Héroes o trai-dores: “En ocasiones los certeros disparos de la batería de Atilano, comentaba el capitán Llo-rens, conseguían sus objetivos, pero otras como era de esperar pasaban de largo, cir-cunstancia que siempre nos agradaba. Como artillero, reconozco que sus disparos estaban (11) Carrasco Canales, José: op.cit., pág. 141. (12) Lloréns Casani, Milagro y Fernando: op.cit., pág. 174. 6 Figura 4. Plaza del Torico (Teruel) el 22 de febrero de 1938. Foto Biblioteca Virtual del Patrimonio Bibliográfico del Minis-terio de Defensa muy bien calculados, y en ocasiones nos co-rregíamos el tiro, aunque como compren-derán, las coordenadas que les pasábamos siempre eran defectuosas”. Y sin olvidar las historias ya contadas del artillero Carrasco (notas al pie 2 y 3), es in-sistente el tema de la batería de Atilano en la artillería republicana y su precisión, así que tendremos que escuchar a aquellos mártires defensores del mango de la sartén encontran-do al causante de sus sufrimientos que, a la par, admiración. Tendremos que encontrar al capitán Atilano. LA BÚSQUEDA DE UN ARTILLERO Llegados a este punto, vemos como están las cosas: en cuanto a la artillería, en julio de 1936, la zona republicana poseía13 2 de los 4 Regimientos de Costa Cartagena, y Mahón, 2 de los 4 Regimientos de Artillería Pesada Gerona y San Sebastián, 6 de los 16 Regi-mientos de Artillería Ligera Getafe, Vicálvaro, Valencia, Murcia, Barcelona y Mataró. Ade-más, se puede contar con los 2 Regimientos de Montaña de Barcelona y Vitoria, el Regi-miento de Artillería a Caballo de Carabanchel, el Grupo de Artillería de Montaña de Oviedo y el Grupo de Artillería Antiaérea de Madrid. (13) Alpert, Michael: El Ejército Popular de la República 1936-1939. Editorial Crítica, 2007, pág. 51.


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