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5 Desde entonces nació en mí como un «gusanillo» de curiosidad que me llevaría a investigar si aquello fue realidad o un vuelo imaginario. Pero tardaría todavía algún tiempo hasta que pude comenzar mis investigaciones, pues lo primero que necesitaba era encontrar los posibles documentos que aportasen algún nuevo dato fiable. Mis primeras investigaciones Por aquel entonces yo había hecho amistad con el autor de los documentales que Televisión Española había presentado sobre la Historia de la aviación española, Ricardo Fernández de la Torre, y que además de ser el mejor estudioso de nuestra música militar era también un gran investigador de la historia de nuestra aerostación. Cuando comentaba con él un día el tema del pez volante, hizo llegar a mis manos la fotocopia de un artículo que la revista Mundo Gráfico había publicado en la segunda década del siglo XX bajo el título «Para el Real Aeroclub» y cuyo autor era E. González Fiol. En el mismo se mencionaba a Emporium, una publicación italiana en la que hacía referencia al supuesto vuelo de José Patiño y traducía el pie del citado aguafuerte, que decía: «Pez aerostático salido de Plasencia, ciudad española situada entre las montañas, y guiado por José Patinho hasta la ciudad de Coria, en la orilla del río Alagón distante doce leguas, el 10 de marzo de 1784». Como eran muchos los detalles geográficos que figuran en el aguafuerte, además del nombre del timonel y de la fecha exacta, parecía en principio que se podría dar crédito a la veracidad de dicho vuelo. Pero por entonces mis actividades profesionales militares no me permitieron comenzar a investigar si el vuelo fue o no una realidad, aunque en mi memoria guardaba la imagen del pez aerostático. Por fin, en el año 1991 inicié mis primeras investigaciones, que encaminé hacia nuestro agregado aéreo en París, el entonces coronel Lucinio Muñoz Dobón, compañero de mi promoción, a quien dirigí una carta pidiéndole su colaboración para que me pudiese facilitar una fotografía del aguafuerte original, para lo cual le adjuntaba una copia de la imagen de mi libro. Pero le compliqué la búsqueda porque le di una pista errónea, ya que le informaba que el lugar para indagar era la Biblioteca Nacional de la Fotografía parisiense en vez de simplemente la Biblioteca Nacional a secas. Pero su constancia y tesón le permitieron localizarla finalmente en el Departamento de imágenes, planos y fotografía de este último centro. En su carta nuestro agregado aéreo indicaba que en un volumen dedicado a grabados y revistas de la época de los globos, entre los años 1638 y 1898, aparecía sin más un aguafuerte de color sepia del pez aerostático, y cuyas dimensiones eran de 39 x 24,5 centímetros. Añadía que en el borde inferior y como parte del propio grabado aparece la frase: «Bresse Aqua Forti 1784», lo que pudiera indicar que posiblemente fuese de origen italiano. Sin embargo, debajo y ya fuera del aguafuerte aparece la leyenda en francés donde se explica el vuelo de José Patiño en el pez aerostático, pero más abajo se dice dónde fue grabado y señala: «En París, hecho por J. Chereau calle de ST. Jacques pasada la Fuente de St. Severin de las dos columnas n.º 257». Con estos datos continué mis investigaciones para localizar al autor del grabado y para lo cual comencé a indagar en fuentes francesas con el fin de obtener una buena documentación en donde fue hecho el aguafuerte. El lugar era un famoso taller de grabados y de aguafuertes de París, situado próximo a la Fuente de San Severin, cerca de la avenida de Saint Michel. Su propietario había sido el prestigioso Jacques Chereau, nacido en la localidad francesa de Blois el 29 de octubre de 1688 y autor de numerosos grabados y de aguafuertes muy conocidos en todo el mundo. Pero este señor no podía ser el autor material del aguafuerte del pez aerostático, pues había fallecido a los 88 años de edad en diciembre de 1776, ocho años antes del supuesto vuelo de José Patiño. El autor verdadero fue su nieto, Jacques-François Chereau (1742-1794), que había heredado de su abuelo no solo sus cualidades artísticas, sino también el prestigioso taller. Este se suicidaría en 1794, cuando fue guillotinado su yerno durante la Revolución Francesa. Con estas informaciones en 1996 y siendo director de Revista de Aeronáutica y Astronáutica, la publicación oficial del Ejército del Aire, decidí dirigir mi investigación hacia las dos ciudades extremeñas donde se produjo el supuesto vuelo: Coria y Plasencia. Puesto que ambas tienen obispado, envié sendas cartas a los archiveros de las santas catedrales de las dos ciudades, así como a los alcaldes de las mismas. De estos dos regidores municipales jamás recibí contestación alguna, pero en cambio sí obtuve rápida respuesta de los dos sacerdotes Archiveros. La contestación a mi carta del archivero de la catedral de Plasencia fue un tanto desabrida, «Ni Pez Aerostático ni Ícaro placentino», pues la historia de éste último es un tanto jocosa y debió molestar al sacerdote que yo quisiera conocer algo relativo al vuelo de José Patiño. Sin embargo, la referencia al Ícaro placentino, que yo desconocía es muy distinta y fue comentada por el padre jesuita Juan Luis de la Cerda (1558-1643) en el tomo sexto de su obra más importante Comentarios a Virgilio. Esta sería recogida a su vez por Antonio Ponz, secretario de la Real Academia de Muralla de la ciudad extremeña de Plasencia, posible lugar desde el que pudo iniciarse el vuelo de José Patiño Vista actual del edificio del número 257 de la Rue de Saint Jacques donde estuvo en su día el taller de Chereau


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