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HISTORIA Martínez Campos mandó una columna contra los cantonales al mando del general Salcedo, que llegó a Chinchilla en la mañana del mismo día 9. Salcedo ocupó la estación con una unidad de carabineros y avanzó sobre Albacete. El día 10 de madrugada llegó Pozas a Chinchilla. Allí se topó con los carabineros centralistas que se replegaron al pueblo. Según Pozas: “…tuve que contener el ardor de la valiente Infantería de Marina y de la marinería agregada a ella para que no siguieran adelante en busca del enemigo…”. Mandó dos locomotoras a explorar las vías de Albacete y de Almansa con la orden de si viniese algún tren enemigo lanzasen contra él la máquina a toda velocidad. La vanguardia desembarcó del tren y desplegó, la compañía de Guardia Arsenales, mitad en guerrilla, mitad en batalla, se adelantó hacia Chinchilla tomando posiciones en una loma que dominaba toda la llanura por el suroeste. Los voluntarios ocuparon el lado opuesto de la loma, sostenidos por una compañía de Infantería de Marina. A las nueve llegaron a Chinchilla en un segundo tren Contreras y Gálvez, con el Batallón de Mendigorría, una Sección de caballería y dos piezas de artillería. Un tercer tren con el resto de la expedición cantonal (Regimiento Iberia y dos Compañías de Voluntarios de la República) se detuvo en Hellín a la espera de órdenes. Los mandos cantonales, ante la noticia de la rendición de Valencia, decidieron regresar a Murcia. Se ordenó el repliegue de las fuerzas desplegadas y se prepararon los trenes para regresar a Murcia. Tenía que salir primero el de Contreras para dejar la vía libre al de la vanguardia. Sobre las once de la mañana, estando los cantonales en la maniobra de enganchar la locomotora, llegaron los centralistas a las alturas que dominaban la estación, Salcedo había salido a las seis de la mañana desde Albacete al recibir noticias de la llegada cantonal a Chinchilla. Sin perder el tiempo emplazaron la artillería y comenzaron a disparar al tren “a bala rasa”. Cundió el pánico, Pozas con un esfuerzo sobrehumano logró a duras penas formar una compañía y hacer algunos disparos de cañón sobre el enemigo. Varios disparos de la artillería centralista alcanzaron el tren donde iban Gálvez y Contreras, entrando un proyectil en su compartimento, aunque resultaron ilesos. Cuando los carabineros centralistas se adelantaron a las posiciones abandonadas por los cantonales y comenzaron a disparar, fue imposible ya restituir el orden en las fuerzas cantonales. El tren de Contreras descarriló en un tramo de la vía que habían levantado los centralistas. La infantería de este tren se desplegó protegiendo el desembarco de los caballos y otros efectos. La noticia del descarrilamiento llegó a Hellín donde estaba la reserva cantonal, que acudió en su auxilio poniendo en fuga a los centralistas. Los cantonales continuaron su retirada a Murcia, donde llegaron ese mismo día por la noche. A Cartagena lo hicieron el día 11 donde llegaron "...sin armas, aspeados, llenos de pánico y terror". En telegrama que envió al general Martínez Campos Salcedo reseñó: "...Se hallan en mi poder 7 heridos, 26 jefes y oficiales, 326 individuos de tropa prisioneros, 12 presentados, 2 piezas de artillería con municiones y efectos de guerra, la bandera del 3er Regimiento de Infantería de Marina, el carro de este cuerpo con equipajes, la caja de caudales del mismo y uniforme del ex general Contreras, además de dos trenes con 31 vagones en que habían venido". En telegrama posterior Salcedo amplió la información: "...no ha podido coparse esta fuerza (se refiere a la de Contreras que había escapado) por tener la nuestra impedido el Batallón de Marina en el segundo tren, el cual ha sido disperso y hecho prisionero, salvándose por su caballo Pozas que lo mandaba. Cogidas dos piezas de Krupp, caballos que tenían embarcados, la bandera, caja, municiones, maletas, carros con mulas y todos los demás efectos de guerra que conducían. He traído algunos heridos insurrectos. Por nuestra parte no hay que lamentar desgracia alguna que yo sepa…" Los jefes y oficiales cantonales prisioneros corrieron grave peligro de ser fusilados, entre ellos José de la Garmilla Escudero que ejercía de 1er jefe del Batallón de IM. Martínez Campos había dado ya la orden de fusilamiento, orden que suspendió tras recibir instrucciones del ministro de la Guerra por ser contrario a la ley. A partir de ese momento los consideró como reos de delitos comunes y los llevó consigo. Garmilla fue trasladado a la prisión militar de San Francisco en Madrid, desde consiguió escapar. El Gobierno dio la orden de trasladar la tropa capturada a Cuba para luchar contra la sublevación cubana. A partir de ese momento el regimiento de IM desapareció como unidad combatiente, no vuelve a ser mencionado en sucesivas acciones. Es posible que los no capturados se incorporaran a otras unidades. De acuerdo con los datos del Cantón Murciano del 19 de octubre la “brigada de artillería e infantería de marina” debía de contar con una fuerza efectiva de unos 33 hombres solamente. Lo cierto es que los cantonales no intentaron otra acción terrestre en fuerza después del desastre de Chinchilla. Tras Chinchilla y para reforzar la defensa de Cartagena la Junta de Salud Pública cantonal ordenó el alistamiento de todos los varones de 16 o más años. Se pretendía formar cuatro Batallones, uno de los cuales se organizó en el cuartel de IM donde se filiaron los miembros del Batallón de infantería Fraternidad. El cuartel fue utilizado asimismo durante el Cantón para alojar dos Compañías de voluntarios de Murcia. 46 BOLETÍN DE LA INFANTERÍA DE MARINA


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