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MEMORIAL INFANTERIA 68

ASPECTOS INSTITUCIONALES 31 profesionales de otros ámbitos (medicina, política, pro-fesores…) que hemos conocido, ¿qué personas entre todas ellas han gozado de nuestra confianza?, ¿a quiénes hemos admirado y respetado? Todos los que han sido merecedores, en el marco de una actuación determinada, han tenido “autoridad” sobre uno mismo, noción muy distinta del “poder” otorgado a la posición ocupada. El poder es la capacidad formal de tomar decisiones vin-culada a un puesto de trabajo específico. Pensemos en el ejemplo que ustedes conocen más de cerca: el profesor y los alumnos. ¿De qué poder dispone el profesor? ¿Cuáles son las bases del poder que tiene? La respuesta la conoce-mos todos: el profesor tiene principalmente el poder de calificar, el acto de aprobar o suspender. Tanto profesor como alumnos son conscientes de que existe entre ambos una relación jerárquica desigual. Ahora bien, preguntémosle al mismo profesor qué autoridad tiene sobre sus alumnos. Si es prudente (la ignorancia suele ser atrevida) remitirá la pregunta a los alumnos, únicos poseedores de la respuesta. La autoridad es una noción que le pertenece al otro, en este caso, a los alumnos que regalarán y depositarán su confianza y respeto en aquellos profesores que libre-mente decidan. ¿Sobre la base de qué algunos profesores tendrán autoridad sobre ellos y otros, en cambio, mere-cerán su desaprobación y rechazo? Es difícil responder de forma exhaustiva y rotunda la pregunta así formulada sobre los ingredientes básicos de la autoridad. Solo en aras de la necesaria síntesis, me atrevo a resumirlos en dos: confianza en la “aptitud” (capacidad) profesional del profesor y confianza en la “actitud” (disposición) con la que ejerce su profesión. La actitud habla del talante y la disposición vital con la que se ejerce una profesión. Esta misma reflexión puede aplicarse a los mandos en las Fuerzas Armadas. El poder lo da el empleo militar, el grado, pero la autoridad hay que ganársela día a día con-virtiéndonos en líderes de nuestros subordinados. Esa es la tarea fundamental en la formación de valores en nuestros ejércitos. En los artículos siguientes se hace referencia a la lealtad (virtud de doble vía que algunos solo la entienden en sentido ascendente); el compañerismo y el respeto a la dignidad de las personas, Y llegamos a uno de los artículos que considero que me-jor definen la actuación del militar. Se trata del artículo 14 (antiguo artículo 20 de las RR. OO. de Carlos III que se refería a los oficiales y que se ha hecho extensivo a todos los militares), que define el espíritu militar y que textualmente dice “El militar cuyo propio honor y espí-ritu no le estimulen a obrar siempre bien, vale muy poco para el servicio; el llegar tarde a su obligación, aunque sea de minutos; el excusarse con males imaginarios o su-puestos a las fatigas que le corresponden; el contentarse con hacer regularmente lo preciso de su deber, sin que su propia voluntad adelante cosa alguna y el hablar pocas veces de la profesión militar, son pruebas de gran desidia e ineptitud para la carrera de las armas”. Posteriormente, estas Reales Ordenanzas establecen que el militar dará primacía a los principios éticos, cum-plirá con exactitud sus deberes y obligaciones impulsa-do por el sentimiento del honor, y define las virtudes fundamentales determinando que el militar “tendrá pre-sente que la disciplina, valor, prontitud en la obediencia y exactitud en el servicio son virtudes a las que nunca ha de faltar”. Y antiguamente continuaba diciendo “y el verdadero espíritu de la profesión”. Más adelante, en el artículo 18 y al referirse a la justicia, expresa que “Propiciará, con su actuación, que la justicia impere en las Fuerzas Armadas de tal modo que nadie ten-ga nada que esperar del favor ni temer de la arbitrariedad”.


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