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REVISTA IEEE 5

210 Revista del Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE) Núm. 5 / 2015 de Vietnam o de la “Global War on Terror”. Nada de lo hecho hasta ahora nos vale, pero tampoco es absolutamente inútil, es precisa la deconstrucción y la canibalización29 de la guerra clásica y sus referentes. Su concepto tradicional se ha difuminado, sustituido por la crisis y el conflicto; un nuevo constructo creado con los escombros de las guerras de nuestros padres. “Tras la guerra caliente (violencia del conflicto), tras la fría (el equilibrio del terror), ha llegado la hora de la guerra muerta ⎯descongelación de la guerra fría⎯ para que nos enfrentemos al cadáver de la guerra, a la necesidad de gestionar su descomposición”, afirmaba Baudrillard en 199130. La “hora de la guerra muerta” era un “período altamente nefasto, que lleva a un impotente estupor”.31 La forma clásica de combatir tampoco nos sirve, no podemos destruir totalmente al enemigo, soldado o civil; ni siquiera sabemos a ciencia cierta si existe uno al modo tradicional. Ahora tenemos combatientes legales, ilegales, terroristas, insurgentes, piratas, delincuentes, población civil, narcoguerrillas, hackers, contratistas de seguridad... No podemos bombardear Londres, Berlín, Bremen o Nagasaki otra vez, sobre todo después de los millones muertos en la Segunda Guerra Mundial. No podemos elegir un sector de la sociedad y gasearlo; no podemos esclavizar prisioneros en Siberia ni prostituir masivamente prisioneras en burdeles militares en Asia; no podemos experimentar terapias en presos y luego aplicarlas a nuestros soldados heridos... Ni pensar siquiera en ejecutar, tras un consejo de guerra sumarísimo, a traidores, cobardes o desertores, en España hemos desterrado la pena de muerte, incluso en tiempo de guerra. Todo se reduce. El horizonte de la violencia, antes muy lejano, es ahora muy próximo. Las técnicas biopolíticas que establecen quiénes deben morir, quiénes pueden morir y quiénes deben vivir y las formas de hacerles morir, no son asuntos ilimitados, meras cuestiones de orden interno o de soberanía estatal, la última manifestación del poder del rey pastor, que elige la oveja sacrificada. Los sujetos de la enunciación -los gobernantes-, más por necesidad, utilidad ecológica y supervivencia que por consideraciones éticas, han creado sus dispositivos escriturales de la realidad, como los discursos humanitarios. Gestionan el “Campo de Agramante” como si fuera un estadio, bajo el control de la ONU y del Comité Internacional de la Cruz Roja, que a la guerra es lo que la FIFA al fútbol, un árbitro que establece normas y controles. Traemos esta comparación porque el conflicto moderno tiene mucho de deporte sangriento, como si nos encontráramos en una competición, con sus reglas y su “fairplay” (el derecho de los conflictos armados), sobre todo después del caos de la Segunda Guerra Mundial. Así lo afirmaba Baudrillard, al estudiar el espacio político surgido a finales del siglo XX, 29  : Utilizar las piezas en buen estado de un equipo para construir algo nuevo. No es palabra del español. 30  : BAUDRILLARD, Jean. La Guerra del Golfo no ha tenido lugar. Barcelona: Anagrama, 1991, p. 9. 31  : Ibíd., p.10. http://revista.ieee.es/index.php/ieee


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