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REVISTA IEEE 5

253 José María Santé Abal Cómo prevenir que los conflictos sociales deriven... admitir que a lo largo de la historia, se hayan producido casos en los que la violencia directa haya sido una de las pocas alternativas creíbles frente a la violencia estructural de un sistema sin mecanismos que le permitieran evolucionar. El debate sobre la legitimidad de la violencia directa como medio para derrotar a la violencia indirecta tiene una larga tradición.94 Es la violencia la solución que precisa menos ingenio y la que más miseria trae para muchos, ajenos a las reivindicaciones del cambio, ni con el diseño social que lo impide. Para teóricos de la revolución violenta como Lenin, Mao y Debray, la distancia más corta entre dos puntos, en determinadas circunstancias, puede ser la violencia organizada.95 Estas teorías se sustentan sobre el argumento del beneficio del grupo frente al individuo, aunque normalmente omiten que se trata de lo que unos pocos consideran en beneficio del grupo frente a la desgracia de un número mucho mayor de individuos. Se trata pues de una forma moderna de despotismo ilustrado. Es preciso admitir que la violencia estructural puede forzar al individuo a tomar acciones, en colaboración con otros, para generar cambios sociales que alivien esa presión; pero la historia brinda múltiples ejemplos de movimientos no violentos que han sido capaces de alcanzar sus objetivos frente a la violencia estructural. Gandhi, Luther King, el sindicato polaco Solidaridad, la Revolución de los Claveles en Portugal, la lucha contra el Apartheid, o la Transición española. Como seres humanos, lo que nos diferencia del resto de los animales es nuestra capacidad racional. El camino de la razón es lento. Requiere estudio, inteligencia, el sacrificio personal frente al sacrificio de los demás. Si la violencia forma parte de la condición social del ser humano, la inteligencia también es nuestra. Traicionar a ésta es traicionar nuestra condición humana. Justificar la violencia directa como única salida frente a la violencia estructural no ser más que una forma de justificar un discurso destinado a conseguir el sacrificio de los demás en pos de unas metas que difieren del verdadero interés del grupo. Aunque no exista justificación para la violencia directa, excepto en el supuesto de defensa propia, ni para el consentimiento de la violencia estructural, no es realista aspirar a un mundo caracterizado por la ausencia de violencia. Eso sería una utopía. Porque la violencia siempre estará presente, es preciso trabajar sin descanso para domeñarla en cualquiera de sus formas. 94  MERTENS. Opus cit. 241-42. 95  BIENEN. Opus cit. p 46 apud KHAN. Opus cit. p 205. http://revista.ieee.es/index.php/ieee


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