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MEMORIAL INFANTERIA 66

INVESTIGACIÓN Y ANÁLISIS. LECCIONES APRENDIDAS eficientes, completos y en mejora continua. Esta sistemá-tica requiere de un esfuerzo conjunto (diversos actores), multidisciplinar (diversas materias), coordinado (equipos frente a los habituales grupos) y correctamente dirigido. Se intentará a lo largo del artículo clarificar y justificar este enrevesado razonamiento. Antes de continuar, conviene detallar algunas ideas clave para entender con precisión qué aspectos engloba el-concepto de fuego indirecto en general, y cuáles son los términos que se emplean para su caracterización. Nos centraremos en tres ideas fundamentalmente: qué se en-tiende por objetivo, cuáles son las distinciones entre eficacia y efectos, y qué papel juega el área letal en relación con ambos conceptos. Objetivo en una acción de fuego indirecto En este tipo de acciones de fuego los sistemas de armas (sistemas de fuego indirecto) apuntan sobre una superfi-cie (área objetivo) donde se distribuyen de cierta ma-nera los elementos que son objetivo de la munición (los denominaremos elemento-objetivo, como por ejem-plo un pelotón de infantería o un grupo de insurgentes con morteros improvisados). En principio, el punto sobre el que se realiza la puntería principal no tiene por qué estar centrado en el elemento-objetivo, a diferencia del fuego directo, y la superficie sobre la que se dispara o área objetivo tiene una morfología y dimensiones varia-bles, habitualmente conocidas a través de los observado-res. Restringiendo la acción de fuego a la Infantería, las áreas objetivo no suelen tener más de 100 metros de longitud característica, y existen objetivos que se pueden considerar como puntuales, con longitudes característi-cas menores de 20 metros. Cuando la distribución de los elementos-objetivo es co-nocida, los puntos sobre los que se realiza la puntería de los sistemas de armas pueden situarse en diferentes localizaciones dentro del área, mientras que cuando la distribución es desconocida1 se suelen emplear haces convergentes. Los tipos de elemento-objetivo, su localización mediante medios aéreos, la morfología del área e incluso la dis-tribución de varias áreas (objetivos complejos, como un asentamiento de Artillería) haría necesario hablar de conceptos que harían aún más enrevesada la expo-sición. Se considera suficiente para una primera apro-ximación al problema contemplar un área de tipo cir-cular, de diámetros comprendidos entre 20 m y 100 m como planteamiento clásico de fuego indirecto por par-te de la Infantería. 1 El tratamiento de los objetivos es complejo si se contempla su evolución, aspecto no tratado en el artículo. Los objeti-vos actuales pueden tener morfologías complejas, como las lineales o las poligonales. 86 Área letal de la granada de mortero Tal y como se ha mencionado anteriormente, el área le-tal de la munición rompedora, es uno de los elementos de abstracción o modelos matemáticos que permi-ten calcular la eficacia, y por ende ejecutar el proceso de toma de deci-siones que responde a las cinco preguntas clave de la acción de fuego indirec-to (véase Ilustración 2). Para que un objetivo constituido por personal sea baja o quede fuera de combate, se establecen criterios que dependen de los mecanismos de daño de la munición y del grado de protección del adversario. Estos criterios de daño permiten calcular, contemplando cada uno de los efectos del binomio munición-objetivo, las áreas le-tales unitarias; que a su vez y con la aplicación de ciertas técnicas de agregación matemática conforman la eficacia en cada acción de fuego. Los mecanismos principales de daño de la munición rompedora son la fragmentación, la onda aérea generada en la detonación y la radiación térmica. Los fragmentos proyectados desde la granada a elevada velocidad pue-den incapacitar al combatiente produciendo lesiones pe-netrantes y fracturas. Es tradicional tomar como criterio de baja de un combatiente un fragmento que lo alcance con una determinada cantidad de energía cinética (tanto en zonas protegidas como no protegidas). Los efectos de sobrepresión tras una detonación gene-ran una onda con dos fases: una de diferencia de presión positiva y otra negativa. En el instante subsiguiente a la detonación de la granada, la combustión empuja el aire circundante y lo comprime generando una fase de pre-sión positiva o sobrepresión. El efecto de presión nega-tiva resulta del aire desplazado que vuelve hacia el vacío formado durante la fase positiva. El paso de la onda aérea sobre el cuerpo humano puede afectar a múltiples órga-nos, siendo el más sensible el sistema auditivo (rotura de tímpanos). Otras lesiones producidas directamente por la onda aérea son el daño pulmonar, trauma cerebral y otros daños en órganos internos. Adicionalmente, la onda aérea puede causar efectos indirectos por proyec-ción o desplazamiento del cuerpo e impactos subsiguien-tes, y también por aceleraciones. Desde el punto de vista de la letalidad, la contribución de los efectos directos de la onda aérea al área letal es menor que la parte corres-pondiente a la fragmentación. Las altas temperaturas de carácter instantáneo que ge-nera la explosión de una granada de mortero pueden causar lesiones térmicas a distancias muy próximas al


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