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REVISTA HISTORIA MILITAR 116

GABRIEL DE YERMO, EL PATRIOTA FIEL 301 destacamento que había colocado en la cabeza del puente de San Bernabé, sobre el río Lerma, había sido arrollado por la división del insurgente Ma-riano Jiménez que avanzaba imparable sobre Toluca. Ante lo que parecía imposible de defender, Trujillo abandona Toluca y se retira a Lerma, pobla-ción donde se fortifica, construyendo fosos y trincheras con la finalidad de bloquear el camino carretero a Ciudad de México. El historiador José Manuel Villapando sostiene que el día 29 de oc-tubre, un sacerdote advirtió a los realistas de que los insurgentes podían pasar por el puente de Atengo, hacia el sur, para tomar de esta forma el ca-mino de Santiago Tianguistengo a Cuajimalpa, rodear los montes cortando la retirada a los realistas y caer sobre la capital por sorpresa. Alarmado por las novedades, Trujillo envió un destacamento a Tianguistengo, al sur de Lerma con la misión de destruir el puente. No fue posible cumplir la orden; la división de Mariano Jiménez ya había pasado dirigiéndose a Cuajimalpa, tras la sierra de Toluca, ya en pleno Valle de México. Consciente de sus limitaciones, el jefe español comprende que la única manera de frenar el avance enemigo es tomar posiciones en el Monte de las Cruces antes de que terminase la jornada. Tan solo treinta minutos después de la llegada de los realistas, el líder insurgente Ignacio Allende hacía lo mismo con sus regi-mientos de Caballería. Trujillo, al trasladar el cuerpo principal de su ejército al citado monte dejó al sargento mayor José Mendívil y al Regimiento de Tres Villas en una delicada situación. Ante el poder rebelde se baten en retirada con brío y discreción hacia la columna realista internada en el monte, haciendo nu-trido fuego sobre las desordenadas filas insurgentes. En la noche de este 29 de octubre, los realistas acamparon en el fondo pedregoso y selvático de la estrecha meseta dominada a los flancos por diversas alturas cubiertas de cedros y pinos. Durante la noche se recibió un parte del virrey Venegas en el que arengaba a sus tropas a seguir luchando hasta la muerte: «Trescientos años de triunfos y conquistas de las armas españolas en estas regiones nos contemplan … Vencer o morir es nuestra divisa. Si a usted le toca pagar ese precio en ese punto, tendrá la gloria de haberse anticipado a mí de pocas horas en consumar tan grato holocausto: yo no podré sobrevivir a la mengua de ser vencido por gente tan vil y fementida».34 El plan de batalla de Allende había sido llevado con habilidad y le resultó sencillo maniobrar con la suficiente rapidez para rodear y sorprender al ejército realista. Para ello Mariano Jiménez siguió con su movimiento de 34  Hernández y Dávalos, J. E.: op. cit., Venegas a Trujillo. Ciudad de México, 30 de octubre de 1810. Revista de Historia Militar, 116 (2014), pp. 283-314. ISSN: 0482-5748


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