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REVISTA HISTORIA MILITAR 116

76 MARTA BAILÓN GARCÍA control mediterráneo: las guerras púnicas. Las tres contiendas reflejaron no solo la rivalidad entre las dos potencias, sino que también tendrán una gran trascendencia histórica. A partir de este momento Roma se configuró como potencia hegemónica del Mediterráneo. Sus pretensiones territoriales aumentarán, desarrollando el concepto de imperium o autoridad sobre todos los territorios conocidos con cierto interés económico. El motivo de conflicto que Roma esgrimirá contra la potencia rival se va a denominar la rerum repetitio, entendida esta como reclamación o exigencia no negociable. Las reclamaciones formales se efectuaban mediante las leyes feciales, quedando a cargo del colegio sacerdotal de los feciales el cumplimiento estricto del desarrollo de las normas para la declaración de guerra justa. Igual que en nuestros días, existían una serie de reglamentos internacionales, diplomáticos, conceptos psicológicos y rituales que era necesario cumplir para que Roma pudiera involucrarse dentro de una guerra honesta, ajustada a Derecho, y tuviera los condicionantes apropiados para una victoria gloriosa. Estos se referían a la proclamación de una rerum repetitio legítima, al mantenimiento de ciertas pautas de comportamiento moral y de honradez frente al enemigo, a potenciar la rectitud de Roma frente al resto de sus enemigos, a intensificar el sentimiento de pertenencia a una gran nación frente al resto de los territorios. Lo que demostraba y legitimaba la declaración de guerra justa y su desarrollo honorable era la victoria final de Roma frente al enemigo. Así nos lo trasmite un texto de Tito Livio VIII, 39, 10-11, referido a la segunda guerra samnita: «Esta batalla por fin quebrantó el poderío de los samnitas de tal forma que éstos en todas sus asambleas andaban murmurando que, realmente, no tenía nada de extraño que nada les saliera bien en una guerra impía: emprendida en contra de un tratado, teniendo a los dioses más que a los hombres merecidamente en contra; había que pagar un alto precio en expiación por aquella guerra». La guerra necesitaba cubrir diferentes fases, a través de un procedimiento pautado, compuestas por distintos actos y protocolos. Estos procedimientos comenzaban con la declaración de guerra, y esta, además de ser justa, debía contar también con el beneplácito de los dioses, puesto que si estos eran propicios a Roma, la victoria se aseguraba. La estrategia romana consistía en no aparecer en ninguna contienda como los agresores, había que buscar una causa justificada de reclamación, como Revista de Historia Militar, 116 (2014), pp. 73-102. ISSN: 0482-5748


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