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REVISTA HISTORIA MILITAR 116

96 MARTA BAILÓN GARCÍA significó que la primera se erigiría como primera potencia mediterránea. La adquisición de este puesto preferente en el marco internacional, y el temor, aún presente, de que Cartago volviera a retomar el liderazgo, incentivaron la política exterior romana, la voluntad de conquista y ocupación del Mediterráneo durante el siglo II a.C. En frentes distintos, de oriente hacia occidente, Roma comenzó diversas campañas militares. Macedonia y Grecia fueron anexionadas y convertidas en provincias romanas. Con la tercera guerra púnica se acabaría definitivamente con Cartago y se sometería a su destrucción completa. Finalmente, la conquista y ocupación de Iberia se llevará a cabo a lo largo de la segunda mitad del siglo II a.C. Según se vaya anexionando el territorio, se irán transformando las dos provincias creadas: Hispania Ulterior e Hispania Citerior. Uno de los episodios más señalados en la conquista de Iberia fue la toma de Numancia. Debido a la resistencia de los indígenas y de las prolongadas campañas militares para hacerse con este enclave, la toma de este núcleo se convirtió en un mito, incluso para sus contemporáneos. Cónsules de diferentes años, acompañados de sus ejércitos auxiliares, fueron enviados por el Senado a terminar con las diferentes rebeliones indígenas dentro de la península ibérica, y a intentar terminar con el problema creado en Numancia. El caso que traemos a colación en este trabajo se relaciona con el cónsul C. Hostilio Mancino, que ejerció su magistratura durante el año 138-137 a.C. Fue enviado a Iberia contra los numantinos, ante los cuales sufrió diferentes derrotas y numerosas bajas que le hicieron retirarse del campo de batalla al campamento romano. Amenazado, no solo por los numantinos, sino también por las poblaciones autóctonas vacceas, tuvo que efectuar una retirada deshonrosa, quedando al descubierto, sin la protección de una fortificación. Rodeado él y su ejército por los numantinos, se vio obligado a firmar un tratado de paz humillante, cuya base establecía la igualdad entre romanos y numantinos. Al llegar esta noticia a Roma, el Senado decidió juzgar a C. Hostilio Mancino según el Derecho y la costumbre fecial, ya caída en desuso desde hacía mucho tiempo. Una de las razones para que la costumbre fecial decayera se relacionó con las largas distancias que tenían que recorrer los sacerdotes para ejecutar las declaraciones de guerra. Pero había ciertas atribuciones del Derecho fecial, relativas al Derecho internacional (entendido como legislación de convivencia con otros pueblos), que no requerían el desplazamiento de los sacerdotes hasta lugares lejanos: una de ellas fue la extradición de culpables por hechos deshonrosos en el campo de batalla. C. Hostilio Mancino fue juzgado, a instancias del Senado, por un tribunal de recuperatores y fue considerado culpable de haber pactado Revista de Historia Militar, 116 (2014), pp. 73-102. ISSN: 0482-5748


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