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y en la instrucción2. Tras estas consideraciones, el Mariscal de Campo Almirante trazaba una minuciosa historia de la instrucción militar en España desde la instauración de la Casa de Habsburgo en España, historia que hasta la Guerra de la Independencia se compendiaba en los siguientes puntos: •  dispersión y escasa duración de las academias militares3; •  exceso de academias; •  endogamia dentro de cada Arma; •  y ausencia de dirección política4. Esa inestabilidad persistió durante el siglo XIX5 hasta el extremo de que en la época en que escribe Almirante «cada ARMA, cada INSTITUTO es hoy un todo, que altivo y aislado vive ‘por sí y para sí’»6, de modo que el autor formula diversas propuestas para lograr unificar la instrucción, propuestas entre las que incluía la creación de una Dirección de Instrucción 16 Militar7. Estas referencias al Mariscal de Campo Almirante tienen interés porque, al menos en materia de enseñanza militar, su Diccionario se sitúa en la frontera de los cambios que iban a experimentar las Fuerzas Armadas 2  José ALMIRANTE: Diccionario militar (1869), Ministerio de Defensa, Madrid, 1989, t. II, págs. 676-677. 3  Este fenómeno y el del exceso de academias persistió durante buena parte del siglo XIX, de modo que, por ejemplo, el Real Decreto de 5 de noviembre de 1850 (G.M., núm. 5962, de 9 de noviembre de 1850) suprimió el Colegio General Militar fundado en 1825 para crear en su lugar dos Colegios, de Infantería en Toledo, y de Caballería en Alcalá de Henares. Estos dos Colegios funcionaron hasta 1882 como se verá más abajo, cuando volvió a unificarse efímeramente la enseñanza en una sola Academia General. 4  José ALMIRANTE: Diccionario militar cit., t. II, págs. 678-680. 5  Sobre la enseñanza militar en el siglo XIX, Julio BUSQUETS: El militar de carrera en España. Estudio de sociología militar, Ariel, Barcelona, 1971, 2ª ed., págs. 118-125. Aunque breve, el apartado sobre la enseñanza de Daniel R. HEADRICK Ejército y política en España (1866-1898) (trad. J. Melgar Botasis), Tecnos, Madrid, 1981, págs. 80-84) es atinado y completo. Para la etapa inicial del siglo XIX que coincide con la Guerra de la Independencia, José Ramón ORTIZ DE ZÁRATE: «El problema de la enseñanza militar en una situación de guerra», en Beatriz FRIEYRO DE LARA (coord.): Guerra, Ejército y Sociedad en el nacimiento de la España contemporánea, Ed. Universidad de Granada, Granada, 2010, págs. 91-133. En las memorias de Francisco Saavedra hay una interesante descripción de los exámenes para ingresar como cadete en el regimiento Inmemorial del Rey en 1768 así como una detallada narración sobre la creación y la forma de vida de la Academia de Ávila que creó el Conde de O’Reilly en 1774 y de la que el propio Saavedra fue profesor, véase Manuel MORENO ALONSO: Memorias inéditas de un Ministro ilustrado, Ed. Castillejo, Sevilla, 1992, págs. 58-66 y 99-107, respectivamente. 6  José ALMIRANTE: Diccionario militar, cit., t. II, págs. 682. 7  Ibidem, t. II, págs. 683. Menos de quince años después, la propuesta de Almirante se acabaría cumpliendo en el seno del Ministerio de la Guerra, es decir, para el Ejército de Tierra. El Real Decreto de 20 de febrero de 1882 (G.M., núm. 52, de 21 de febrero de 1882) creó la Dirección General de Instrucción Militar en dicho Ministerio de la que dependerían todas las Academias de las diferentes Armas.


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